Gastroenteritis: el virus que afecta a los niños y tumba a los padres
Es tan difícil sustraerse a la actualidad sobre Cataluña, incluso siendo pediatra, que el autor la utiliza para ilustrar esta época de cacas y diarreas
No es fácil escribir un artículo divulgativo de pediatría o de crianza en los tiempos que vivimos, pero lo intentaré. Es difícil cuando los telediarios son monográficos sobre el asunto catalán, mi muro de Facebook está lleno de opiniones y artículos de unos y otros sobre el mismo tema, y en mi TL de Twitter, salvo los bots que van a su bola y no se enteran de la vida, el resto son mensajes de indignación de uno y otro “bando”. Bandos, que mal me ha sonado. “Las dos Españas que han de helarte el corazón” no nos abandonan.
Para empezar, diré que soy ciudadano del mundo y apátrida, como diría Georges Brassens, pero eso tan solo importa en cuanto que me permite opinar que lo del encontronazo catalán, en cuanto a incapacidad para llegar a acuerdos, lo entiendo como “la gran cagada”.
Y de cagadas va el artículo, estamos todavía en las primeras semanas de curso y los virus ya campan a sus anchas en las aulas. Los primeros en aparecer todos los años suelen ser los virus digestivos, que provocan vómitos y diarreas y que afectan a los pequeños de manera más o menos leve o moderada, pero que a los padres tumba de forma importante. Lo que en los peques son dos o tres deposiciones líquidas y una vomitona, en los padres supone acercarse a la barca de Caronte óbolo en mano, si se pudieran levantar del váter.
Utilizamos el malsonante y escatológico verbo cagar para muchas cosas. En la consulta los padres modernos lo utilizan inadecuadamente, no me gusta tampoco eso de "mi nene se hizo popó", pero creo que hay formas intermedias entre eso y decir "mi hijo cagó hoy tres veces".
Ser pediatra me permite hablar de mocos y cacas con soltura, es parte de nuestro medio. A los padres les preocupa mucho lo que sale por la parte inferior trasera de sus herederos, le dan mucha trascendencia, si es amarillo, si es verde, si más puré, más consistente, más veces o más ausente, si el crio sufrió o disfrutó cuando lo hizo, cualquier detalle que para un mortal puede ser intrascendente cobra especial relevancia en el cerebro modificado de un padre o madre. Es tan significativo que no es raro que en la consulta te aporten la prueba del delito, llevando el pañal cargado con residuos altamente biotóxicos emitidos por el bebé, por si la descripción previa no había sido lo suficientemente explícita.
En mi grupo de Facebook El médico de mi hij@ no son nada raras las fotos detalladas y de gran calidad que aportan mamás y papás de uno y otro confín del mundo, por lo que no es cuestión propia de ninguno de los dos bandos, ni de catalanes, ni de españoles, en esto somos muy similares.
Hay mucha gente iracunda a un lado y otro del nuevo muro que utilizan el verbo cagar como arma de agresión, "me cago en tus muertos" como arma de destrucción masiva, o "me cago en mi vida" como expresión de frustración propia. "Me cago en mis muelas" que diría Chiquito como represión contenida a forma de cierre de puños. Miedo ante el futuro o miedo ante la separación puede ser "cagarse por las patas abajo".
Líquidos sí, pero sin exagerar y sin cosas raras; si el agua es buena no hay por qué tomar líquidos azucarados como el aquarius tan de moda
Encuentro hasta 41 acepciones diferentes del verbo en mi diccionario del argot, El Soez, de Delfín Carbonell Basset. Sustos, risas, maledicencia, blasfemias, enfados, conjuraciones, enojos, cobardía y muchas más emociones humanas se pueden expresar con el verbo escatológico. Me gusta el sustantivo derivado "cagoncete" como sinónimo aceptado de niño, igual que "mocoso" o "mocosete".
Y puesto que pretendía ser divulgativo, quisiera no caer en política y repetir lo que ya todo el mundo sabe, decir obviedades, recordar la herencia recibida, hacer el Tancredo o dejarme llevar por la teoría del pato. Pretendo dar soluciones y alivio para el gran mal, la gran cagada.
El gran problema que suele surgir en estos casos es que de tanto cagarla pueda llegarse a una situación de desesperanza, hastío, debilidad general y falta de energía para remontar y afrontar la situación, es decir, la deshidratación. Para ello, y para evitar lo peor, hay que hidratar y alimentar, no vale solo con aportar argumentario a la población, no vale con dar lemas y tuits más o menos ingeniosos. Hay que dar razones y explicaciones de futuro: ¿cuántas? las suficientes, ¿cuánto líquido? el suficiente. Si solo hemos metido la pata un poco, vale con una disculpa, no hay porque infringir martirio, del mismo modo si las deposiciones han sido pocas y en poca cantidad, no hay por qué dar sueros bebidos aptos hasta para el cólera; valdría con seguir bebiendo poco a poco de nuestras fuentes habituales para hidratar nuestro espíritu y nuestra mente.
En ningún caso, sea importante o no la afrenta, hay que dejar de comer, el ser humano no se puede mantener solo de arengas y mítines, en un momento hay que salir de la manifestación continua y acercarse a comer algo; así mismo, el defecante bebé o padre debe alimentarse a pesar de los pesares, hay que comer poco a poco con paciencia infinita y paladar ajado, pero comer, para que el alma, en este caso el alma que empieza en la boca y termina en el culo, tenga su entretenimiento y asistencia.
En estos días no vale cualquier cosa, estamos tan mal que el alimento y el líquido deben ser de calidad, no vale cualquier cosa, no valen recetas de agoreros o gurús, tertulianos o expertos politólogos de salón, no valen aquarius, ni bebedizos, no estamos para demagogia ni verborrea, ni para arroz blanco seco, ni pescado hervido intragable. En estos días debemos comer bien, que la tierra y el mar nos aportan sus tesoros por igual en Cataluña que en el resto del mundo, en eso tampoco somos demasiado diferentes.
Resumiendo:
En toda gastroenteritis lo importante es mantener hidratación y alimentación, beber y comer poco a poco para que el estómago no tenga que hacer un esfuerzo. Líquidos sí, pero sin exagerar y sin cosas raras, si pierdes un litro no hay necesidad de beberse dos, si el agua es buena no hay por qué tomar líquidos azucarados como el aquarius tan de moda o las colas. Una sopa, un caldo y sobre todo la leche que hidrata y además alimenta, son líquidos a mano siempre. Si el bebé está a la teta, pues teta, que es lo más adecuado, tomas cortas y frecuentes.
Padres y madres lo mismo, agua y comida poco a poco.
Jesús Martínez es pediatra, autor del libro y del blog El médico de mi hij@.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.