Un ‘procés’ populista
Con preocupación vemos lo que sucede con el procés catalán. Pese a que se trata de un problema que estamos seguros España sabrá resolver, no debe olvidarse que la democracia española es y ha sido un faro de para muchos países latinoamericanos. España representa una democracia asentada en el derecho, admirada y ejemplo para muchos. La irresponsable posición de algunos líderes catalanes nos recuerda que el populismo disfrazado de nacionalismo pone en riesgo la democracia y debe ser una preocupación global.
Me quedó con un catalán universal y latinoamericano por adopción, Joan Manuel Serrat, quien una vez más está del lado de la democracia. Cataluña tiene el deber de hacer frente al nacionalismo y entender que ser catalán y español es perfectamente compatible.— José Gabriel Alemparte Mery. Santiago de Chile.
Imaginemos una ruptura consensuada con Cataluña, a la checoslovaca. Cataluña sigue en la Unión Europea y en el euro. Todo en concordia. Dentro de dos años, en Cataluña gobernará una coalición de derechas que agupe a lo que hoy son PdeCat, Ciudadanos y PP; la política económica de la República Catalana será dictada por el Bundesbank, como en el resto de la zona euro; y se sucederán reformas laborales similares a las de Rajoy, Macron o Merkel. ¿Qué habrá cambiado para los taxistas, los panaderos, los estibadores? Es una pregunta para los partidos independistas catalanes que se dicen de izquierdas.— Alberto González Fairén. Madrid.
Hoy nadie añora a Franco en España, ni lo menta erre que erre para justificarse. Los únicos a los que no se les cae de la boca son Junts pel Sí, la CUP y, claro está, Podemos en todas sus variantes. Digámoslo alto y claro. Hay un solo lugar en España donde se ha falseado intencionadamente la historia —como hizo Franco—, se ha construido la imagen de un enemigo expiatorio —como hizo Franco—, se han vaciado los procedimientos parlamentarios para transformar una Cámara de representantes en un monolito de asentimiento ciego —como hizo Franco— y se han transmutado los medios de comunicación en órganos de propaganda unilateral —como hizo Franco—. Ese lugar es la Cataluña de Pujol, Mas y Puigdemont. — José Eguiagary. Bruselas (Bélgica).
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