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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La peste

El éxito de la ultraderecha en Alemania va mucho más allá de sus votos

Gonzalo Fanjul
"La xenofobia no es una alternativa". Protesta contra la AfD en pasado 24 de septiembre.
"La xenofobia no es una alternativa". Protesta contra la AfD en pasado 24 de septiembre.JOHN MACDOUGALL/AFP

1. Los sondeos a pie de urna de las elecciones celebradas hoy en Alemania confirman las encuestas que daban la victoria a la CDU de Angela Merkel, aunque con un margen más bajo. Si los socialdemócratas del SPD renuncian, como parece, a una nueva gran coalición, ellos serían el partido líder de la oposición. Sin embargo, la verdadera noticia está en los resultados de la ultraderecha populista de Alternativa por Alemania (AfD), que superaría sus mejores previsiones con un 13% del voto popular, casi tres veces más que en las elecciones nacionales anteriores y por primera vez con presencia en el Bundestag.

2. El éxito de este partido eurófobo y antinmigración no es ni una sorpresa ni una excepción en el contexto de los países desarrollados. A lo largo de los últimos 18 meses AfD ha ido posicionándose con comodidad en varios parlamentos regionales como los de Baden-Württemberg (23 diputados), Renania-Palatinado (14), SachsenAnhalt (25, segunda fuerza), Mecklenburg-Vorpommern (18) y Berlín (25 representantes). Lo que es más preocupante, el triunfo del populismo xenófobo alemán llega después de que sus colegas noruegos se preparen para repetir coalición de gobierno con los conservadores y de que este mismo sábado los xenófobos del (inequívoco) New Zealand First se hayan convertido en la llave de cualquier nuevo gobierno. Nuevas piezas en un puzle antinmigratorio donde ya brillan con luz propia los Estados Unidos, el Reino Unido, Hungría, Polonia o Rusia, por mencionar solo algunos.

3. Las consecuencias de este movimiento tectónico del sentimiento electoral en muchos países de destino de la inmigración son difíciles de calcular, pero ninguna de ellas será buena. En sus primeras declaraciones tras la publicación de los resultados, Merkel se ha comprometido a “recuperar a aquellos que han votado por AfD resolviendo sus problemas y respondiendo a sus preocupaciones –sus miedos, en algunos casos- (…)”. Y esta es la verdadera victoria del populismo antinmigratorio: su capacidad para capturar el eje del debate público y hacer discutible lo que antes era sencillamente intolerable. Desde los acuerdos migratorios con Estados fallidos como Libia hasta la jibarización de las operaciones de rescate y la ignorancia continental de las obligaciones internacionales de protección, Europa lleva cuatro años saltando líneas rojas como quien juega a la rayuela.

4. Desde la perspectiva de la UE, la victoria del AfD supone un torpedo para cualquier construcción progresista de la Política Migratoria Europea que debe acabar de definirse en un futuro próximo. Si el 17% de los europarlamentarios pertenecen ya a partidos abiertamente xenófobos, el riesgo de que el populismo antinmigratorio se establezca también entre los miembros del Consejo es algo más que una posibilidad. Con su respuesta digna y rápida a la crisis de refugiados, Merkel ha sido durante estos años una excepción en la recua de islamófobos, cobardes y oportunistas que pueblan la foto de grupo de los gobernantes europeos. Si los resultados electorales acaban alterando su posición de principios en este asunto, tendremos un problema grave.

5. Este es el GRAN tema de nuestro tiempo. No digo que el conflicto de nacionalismos en Cataluña no sea importante, pero, con toda franqueza, es agotador no leer o escuchar sobre otra cosa. Mientras los populismos xenófobos de todo pelaje se extienden como una peste a nuestro alrededor, amenazando con teletransportarnos 80 años atrás, nosotros estamos como siempre mirándonos el ombligo. Nuestra omisión frente a esta amenaza es histórica y sería estúpido pensar que sus consecuencias se limitarán a esos inmigrantes africanos que nos parecen de otra galaxia. Los españoles que residen hoy en el Reino Unido conocen de cerca los riesgos de un debate público envenenado y polarizado que se construye frente al otro. En este mundo y en este siglo todos somos inmigrantes, así que empecemos a defendernos como tales.

[Desde la Fundación porCausa hemos seguido de cerca la evolución del movimiento político antinmigratorio en Europa y otras regiones. Pueden consultar todo el material aquí.]

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