Un miércoles cualquiera
ESTO NO ES una casa de muñecas. Es la foto de la fachada de un edificio de oficinas de Londres. Cada ventana parece el cromo de un álbum en el que se representa la vida de los seres humanos. Significa que jugamos a las casas de muñecas con nosotros mismos.
—Esta será la sala de reuniones.
—¿Y el retrete?
—No hay porque todavía no son transparentes, aunque no es más que una cuestión de tiempo.
—Vale, pues si no hay retrete, yo coloco a este señor en una silla giratoria, de las de ejecutivo. Mira qué bien hecha está, ¡parece de verdad!
—Es que es de verdad.
—¿Pero no estábamos jugando?
—El juego y la vida se confunden. Ahora son los jefes de personal o los de recursos humanos los que ponen y quitan muñecos. Los muñecos somos nosotros.
—¿Jugamos entonces a que negociamos un convenio colectivo?
—De acuerdo, jugaremos, porque los convenios colectivos, en la realidad, o no existen o son papel mojado.
Impresiona observarnos a nosotros mismos a vista de pájaro y ver lo poco que hemos crecido. El patio de la oficina es lo más parecido al patio del colegio. Lo malo es que ni siquiera necesitamos que un gigante nos tome delicadamente por el cuello para colocarnos en una u otra habitación. Nos colocamos nosotros mismos, sin ayuda, como marionetas teledirigidas por una mente perversa. Philip K. Dick soñó que un día todos seríamos como la muñeca Barbie y su novio Ken. Ese día ha llegado y es un lunes cualquiera de nuestras vidas. A veces, un martes o un miércoles, lo mismo da, de un enero cualquiera. A veces, de un febrero.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.