_
_
_
_
PORQUE LO DIGO YO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La visita de Francisco

Colombia es una república laica, con la protección de Dios

Un hombre sostiene un cartel de bienvenida mientras espera el paso del papa Francisco en Bogotá (Colombia).
Un hombre sostiene un cartel de bienvenida mientras espera el paso del papa Francisco en Bogotá (Colombia).LUIS EDUARDO NORIEGA A. (EFE)
Ana Marcos

Estos días está el papa Francisco por Colombia. Viene a decirle a este país que se reconcilie después de 52 años de guerra fratricida. Como en Patria de Fernando Aramburu: “Constató: pedir perdón exige más valentía que disparar un arma, que accionar una bomba”.

Colombia es una república laica, con la protección de Dios. Así lo dice la Constitución. Después cada uno elige al dios al que le quiera rezar, pedir que le perdone o usar su nombre en vano. Por eso, los colombianos, que solo se ponen de acuerdo para animar a la selección de fútbol, han troceado el mensaje que les trae el Papa hasta formar el puzle que mejor encaja con su manera de mirar al de al lado.

El presidente Santos, el mismo que inaugura puentes con la cruz de ceniza en la frente, espera encontrar en Francisco el último balón de oxígeno ante la desconfianza de sus compatriotas.

El enemigo Uribe, más papista que el Papa, tiene los brazos abiertos desde hace una semana. Y entre los dientes lleva una carta para que Francisco no se olvide de que Colombia va camino del temido castrochavismo.

El resto de los colombianos católicos, una mayoría, sigue sin creerse que llegue hasta la tierra del olvido el regente del Vaticano.

Y unos cuantos malandros ya han empezado a aprovechar la emoción, las multitudes y el despiste de alguno de los 36.000 agentes que vigilan la visita. Al final del día, con el botín en casa, solo tendrán que arrepentirse.

Cada uno interpreta al Papa como mejor le conviene.

Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_