Barreras antiatropello
Todas las medidas urbanísticas para proteger las áreas de mayor aglomeración son bienvenidas
Las grandes ciudades españolas han comenzado a instalar maceteros, bolardos y bloques de hormigón en sus calles y plazas más concurridas para evitar atentados similares a los perpetrados en Barcelona, Berlín o Niza. En todos estos actos criminales, los terroristas utilizaron vehículos con los que atropellaron masivamente a los viandantes causando numerosas víctimas mortales.
Editoriales sobre el 17-A
Ante el frecuente uso de este macabro método por parte de los yihadistas radicales, la obligación de las autoridades —especialmente las municipales— es desplegar todos los medios a su alcance para proteger a los ciudadanos, sean locales o visitantes. Incrementar la seguridad con intervenciones urbanísticas de este tipo son acciones adecuadas y oportunas aunque se presumen insuficientes. Blindar La Rambla no hubiera evitado el atentado que la célula yihadista había diseñado inicialmente: hacer volar edificios emblemáticos de Barcelona, como la Sagrada Familia.
Por sí solas, las barreras físicas no garantizan que desaparezcan los atentados cometidos con tan macabro método, pero servirá al menos para obstaculizar que los asesinos puedan circular a toda velocidad arrollando a su paso a los peatones. En esta coyuntura, todas las actuaciones puestas en marcha, como sembrar las áreas de mayor aglomeración con jardineras gigantes, son bienvenidas.
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