Vivir a la pata coja, la obsesión fotográfica de Eduardo Arroyo
Cada día, nos levantamos de la cama a la pata coja. Sobre el suelo del dormitorio colocamos un pie antes que el otro. La vida, por tanto, es un equilibrio constante, necesario para mantenerse erguido, en alto. De ahí mi obsesión por coleccionar estas más de 400 fotografías. Me atrae de ellas la estética, pero más me sobrecoge la metáfora. Llevada al límite, encontramos esa actitud en los suicidas antes de su decisión fatal, pero también en la belleza que nos trasladan los bailarines. O en la huida hacia delante de atletas, como Emil Zátopek, que volaba tan solo con una pierna en el suelo. Era suficiente para determinar su impulso. Es la misma que a cualquiera de nosotros nos acaba sosteniendo, pero sin que nos fiemos, porque también puede hacernos caer en el abismo. Para ello dependes de tu destreza y de tu torpeza. O de una voluntad inconsciente, unida a una mecánica corporal sobre la que descansan buena parte de las razones de peso que nos mantienen con vida. Resulta una asombrosa paradoja. Para detenernos a enumerar muchos de todos esos misterios, sirven estas fotografías. Y para seguir sobreviviendo un poco más alerta.
pulsa en la fotoRoger Duquesnoy, 1975.
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