Un vacío en el Despacho Oval
Aprovechando que está de vacaciones, Trump ha procedido a redecorar la sede de la presidencia, donde se han tomado decisiones cruciales para la Historia
En un momento de tensión internacional como se recuerdan pocos en los años recientes, el Despacho Oval languidece vacío. Si esa única pared curva pudiera hablar, podría contar los entresijos de decisiones que han cambiado el curso de la Historia, como el desembarco de Normandía, el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki o el envío de un hombre a la Luna. Lo que no podrá revelar es cómo y por qué ha tomado Donald Trump las decisiones más relevantes de su política exterior. El ataque al régimen sirio, el empleo de la bomba más pesada de la Historia y las amenazas cruzadas con Corea del Norte se han gestado en sus lujosos resorts de Florida y Nueva Jérsey, en los que pasa sus fines de semana y sus vacaciones.
En 2012, cuando todavía era presidente, Barack Obama bromeó en público sobre cómo luciría la Casa Blanca si Trump llegara a presidente. Lógicamente, pensó en columnas doradas, carteles de neón, un jacuzzi y un pequeño campo de golf. Bien: ocho meses después de su investidura, y aprovechando unas vacaciones —él se resiste a llamarlas así—, Trump por fin procede a redecorar. Según el Gobierno norteamericano, en las obras se aprovechará para renovar la ventilación y algunas dependencias colindantes.
Del centro de poder mundial, que usan los presidentes desde 1934, se han retirado muebles, bustos, cuadros y la sempiterna moqueta. Esta última la había cambiado Obama en 2011, con un diseño que incluía citas para la Historia de cuatro presidentes y el líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. Dada la biografía y las ideas políticas de Trump, no cabe presumir que se haya sentido muy cómodo con afirmaciones como la que Obama eligió de Theodore Roosevelt: “El bienestar de uno depende básicamente del bienestar de todos”.
No es, desde luego, la primera vez que el Despacho Oval queda vacío. Sí que es, sin embargo, la primera vez que lo está mientras su inquilino circula planes de guerra con un país enemigo, como es Corea del Norte. Es la prueba de que Trump no es como ninguno de sus 44 predecesores. Incluso Richard Nixon eligió el Despacho Oval para anunciar su dimisión. Si lo tuviera que hacer Trump, seguramente se contentaría con Twitter.
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