Nueve canciones del verano que realmente son buenas
No todos los temas que causan furor en época estival son de usar y tirar. Ha habido unas pocas y gloriosas excepciones
La expresión “canción del verano” suele ser sinónimo de bazofia musical. Y aunque eso es cierto en un alto porcentaje de casos -melodías facilonas, ritmos rancios, letras estúpidas y bailes ridículos suelen ser ingredientes habituales-, a lo largo de la historia ha habido temas de gran éxito en época estival cuya calidad está fuera de toda duda. Es más: son canciones a las que el paso del tiempo ha hecho poco o ningún daño, y que pasado el bochorno veraniego (y el otro) pueden sonar en cualquier reproductor sin que a uno le salgan los colores.
'Escuela de calor', de Radio Futura (1984)
La edición española de la revista Rolling Stone la situó en 2010 en el número 8 de las 200 mejores canciones de la historia del pop-rock español. Nadie se quejó de que fuera un temazo cuando se bailó sin tregua en el verano de 1984. Su implacable ritmo funky, su cegador punteo de guitarra y sus referencias a calles que arden y piscinas privadas en las que “las chicas desnudan sus cuerpos al sol”, hacen que resulte casi imposible escuchar esta canción sin imaginarse que uno está, de hecho, en una piscina escuchando a Radio Futura por megafonía.
'Gloria', de Umberto Tozzi (1979)
Entre la maraña de canciones disco de finales de los setenta, el tercer éxito de Tozzi (al que ya conocíamos por Tú y Ti amo) sorprendió por su pulsión rockera. Desde luego, no era un tema de italo disco al uso. Si ignoramos lo inconsistente de la letra (“Yo escribiré mi historia con la palabra Gloria”, decía la versión en español), la canción tenía tal gancho que poco después (1982) Laura Branigan la grabó en inglés y la situó en el número dos de las listas de Estados Unidos.
'Bailando', Alaska y los Pegamoides (1982)
Maravilloso el giro de los Pegamoides en 1982, que tras darse a conocer como grupo punk (Horror en el hipermercado, 1980), y a pesar de sus pelos de punta y la pose gótica, se lanzaron sin remordimientos a la piscina de la música de baile. Su mayor éxito tenía arreglos de metales trasplantados de los Gibson Brothers (los de “Cuuuba, quiero bailar la salsa”, 1978), interpretados, además, por los músicos que acompañaban a las folclóricas de Hispavox, y un rap que nada tiene que envidiar al de Lola Flores en “Cómo me las maravillaría yo”. Gracias, Bailando, contigo empezó todo.
'La puerta de Alcalá', de Víctor Manuel y Ana Belén (1986)
No deja de tener guasa que la canción del verano de 1986 en vez de hablar de playas y chiringuitos lo hiciera de un emblemático monumento de una ciudad de secano como Madrid. Le rodea la polémica: el tema lo compusieron Bernardo Fuster y Luis Mendo, miembros de Suburbano, pero cuando Víctor y Ana la escucharon mientras terminaban de grabar el álbum Para la ternura siempre hay tiempo lo reclamaron para sí (la discográfica obligó a Suburbano a postergar su lanzamiento, supuesto agravio que unos derechos de autor desorbitados seguro compensaron). Los turistas que a diario se fotografían en la plaza de la Independencia siguen canturreando el imperecedero estribillo de “mírala, mírala, mírala, mírala”.
'Vivir así es morir de amor', de Camilo Sesto (1978)
Compuesta por el propio Camilo, como el 95% de su discografía, esta canción gana con su apoteósica fanfarria de entrada y la angustia de frases como: “¡Y ya no puedo más!”. Como contó el genial arreglista Rafael Pérez Botija a la colección El País de Música, “al principio [Camilo] la sentía más simple, más pacífica, pero luego me dejó hacer”. Grabada en Londres en la cima de su carrera, con un frío que pelaba (“cantaba con el abrigo puesto”, recordaba Botija), posteriormente ha sido recreada por artistas tan variopintos como El Canto del Loco, Fangoria, Shaila Dúrcal o Los Chunguitos, y hoy es un must en cualquier karaoke.
'La flaca', de Jarabe de Palo (1997)
Al principio la canción nos sedujo sin que tuviéramos muy claro quien la cantaba: nació unida a un anuncio de televisión (de Ducados) y se rumoreaba que era un tema nuevo de Santiago Auserón, cuyo timbre de voz guarda un asombroso parecido con el del por entonces desconocido Pau Donés. No importó: esa atmósfera tórrida de rock latino, a lo Carlos Santana, ese ritmo perezoso y esa letra que hablaba de una “tremendísima mulata” (de carne y hueso: es la chica que aparece en el vídeo, que causó un hondo impacto en el músico barcelonés) subieron la temperatura en el verano del 97.
'Summercat', de Billy The Vision & The Dancers (2009)
A finales de la pasada década, las compañías cerveceras iniciaron una feroz pugna veraniega que deparó interesantes campañas publicitarias, algunas, como la de Estrella Damm de 2009, tan efectivas que nos brindó la canción de aquel verano. Daba igual que el tema de este grupo sueco de indie pop hubiera sido publicado cinco años antes; los creativos buscaron en Google canciones con la palabra “summer” (verano) y esta fue la que más les gustó. A pesar de lo tristón de su letra -habla de una despedida en un aeropuerto-, el aire folk, lo repetitivo del estribillo y el sugerente vídeo rodado en Formentera hicieron su trabajo.
'Get lucky', de Daft Punk, con Pharrell Williams y Nile Rodgers (2013)
Tres factores hicieron de este tema el más popular del verano de 2013. Por una parte, la inapelable reunión de estrellas: el dúo francés de electrónica Daft Punk, con una ya larga carrera a sus espaldas por entonces (habían debutado en 1997 con Homework), el productor y cantante Pharrell Williams y Nile Rodgers, eterno guitarrista de Chic y también productor. En segundo lugar, el endiablado ritmo funky. Y, por último, el buen rollo que destila la canción. Ganó dos premios Grammy, y en la versión de la ceremonia se les unió nada menos que Stevie Wonder.
'Happy', de Pharrell Williams (2014)
El productor de los Neptunes repitió éxito al año siguiente con este tema, que obtuvo un premio Grammy y estuvo nominado a los Oscar (formaba parte de la banda sonora de Gru, mi villano favorito 2). Como otras canciones con la palabra happy (feliz) en el título (Happy together, de The Turtles, de 1967, o Don’t worry be happy, de Bobby McFerrin, de 1988), parece que el optimismo se contagió, hasta el punto de que el tema de Pharrell estuvo 10 semanas consecutivas en el número 1 de la lista de ventas de Estados Unidos.
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