¿Qué debo hacer para 'congelarme' como Walt Disney?
Vaya ahorrando; eso sí, debería hacerlo vivo... ¿Quién lo decidirá, cómo despertaríamos?
Walt Disney nos viene inevitablemente a la cabeza cuando escuchamos la palabra criogenización. Erróneamente se ha atribuido a este icono de la animación un papel de pionero en la criogenia humana. Existe la creencia popular de que Disney fue la primera persona en la historia en congelar su cuerpo de forma póstuma con la esperanza de revivirlo cuando hubiera cura para la causa de su muerte. Sin embargo, ni Disney fue el primero —lo fue el psicólogo James Bedford, hace ahora 50 años— ni llegó siquiera a someterse a este proceso.
Este es tan solo uno de los mitos alrededor de la criopreservación, que el catedrático David Pegg, director de la Unidad de Criobiología Médica de la Universidad de York (Reino Unido), define como “la aplicación de temperaturas muy bajas para preservar células y tejidos vivos y estructuralmente intactos”. Porque no, la criogenización no es solo esa idea que tenemos de congelación de seres humanos, pues tiene aplicaciones, por ejemplo, en investigaciones relacionadas con la agricultura y la ganadería. El uso de esta tecnología para preservar cuerpos y órganos como el cerebro es el más residual y controvertido (además de caro). Y, por ahora, es ciencia-ficción.
Hasta el momento no se ha probado que la criogenia humana sea factible. “No hay ninguna evidencia científica que respalde que sea viable. No cumple ningún criterio científico demostrado de que pueda serlo”, afirma Javier Cabo, cirujano y director del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), que ejerció como presidente del Comité Científico de la Cumbre Internacional sobre Longevidad y Criopreservación celebrada en Madrid a finales de mayo. Cabo cree, sin embargo, que algún día se podrá criogenizar a las personas. Calcula que esto podría suceder, más o menos, hacia 2080. “De momento es un rito funerario más, que se añade al enterramiento y al crematorio, o al embalsamamiento egipcio”, añade.
Pese a ello, hoy en día ya hay personas que podrían estar pagando hasta 36.000 dólares —según ha manifestado en el pasado la empresa rusa KrioRus— por un procedimiento cuyo resultado (diga lo que diga su folleto comercial) no se conoce científicamente. De hecho, no solo conservan el cuerpo de sus clientes por debajo de los 196 grados, sino que además ofrecen la opción de congelar solo el cerebro, pues, según dicen, es ahí donde se encuentra la memoria y la personalidad (por lo que además confían en poder trasplantar con éxito el cerebro a un cuerpo sano en el futuro).
“De momento (la criogenización) es un rito funerario más, que se añade al enterramiento y al crematorio, o al embalsamamiento egipcio" (Javier Cabo, cirujano)
El gerontólogo Aubrey de Grey, cofundador de la Fundación para la Investigación de la Senescencia Negligible Ingenierizada (SENS) replica que cualquier descubrimiento comienza como experimento científico sin evidencias, hasta que se completa. “Por tanto, no sabremos si la criopreservación humana o del cerebro son factibles hasta que el experimento haya terminado”, sostiene De Grey, que busca revertir o curar las enfermedades causadas por el envejecimiento mediante medicina regenerativa. Senescencia Negligible, por cierto, significa ausencia de síntomas de envejecimiento. Y el término Senescencia Egligible Ingenierizada fue acuñado por el mismo De Grey para definir terapias médicas regenerativas que retrasen el envejecimiento.
De Grey es también un acérrimo defensor de la criogenización, que puede realizarse por dos vías: la más conocida es la congelación, pero también se estudia otra técnica llamada vitrificación. Ambas se basan en la aplicación de frío. En la primera, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se produce un proceso de congelación lenta por el cual las células se enfrían por debajo del punto de congelación. En consecuencia, se forman masas de hielo que contienen agua cristalina pura. Y lo que queda entre ellas es una fracción en la que se confinan las células. El procedimiento se realiza lentamente para minimizar la probabilidad de formación de hielo dentro de las células.
La segunda vía —vitrificación— consiste en “cualquier procedimiento que da como resultado la formación de vidrio; la transformación de un líquido a un sólido en ausencia de cristalización”, según la FAO. Es decir, no puede formarse hielo en las células vitrificadas y el proceso debe realizarse de forma rápida. Según la genetista y bióloga de la Universidad de Barcelona Gemma Marfany, esta técnica “es más precisa y correcta, ya que hace que haya mayor tasa de supervivencia de las células.
Límites vitales y morales
La criogenización es un proceso de conservación de elementos vivos con el objetivo de mantenerlos igual para cuando se necesite recuperarlos en un futuro. En el caso de los humanos, si se probase que la técnica funciona debería realizarse con personas vivas. Pero, ¿quién define —y en base a qué— cuándo alguien está muerto? Ese es el quid de la cuestión. “Se están criopreservando cuerpos en estado de muerte biológica y esto implica creer en la resurrección”, asegura Cabo (se calcula que hay centenares de personas en este estado ahora mismo).
De Grey opina que “es una distorsión de la situación real porque todos sabemos que la decisión sobre si alguien ha muerto o no, en un momento dado, no es perfecta y ha variado a lo largo de la historia con el avance de la investigación”. La muerte, añade el gerontólogo, “es un proceso gradual, y lo que buscamos en la criónica es actuar en el momento límite en el cual nadie está en disposición de asegurar con toda certeza que estemos realmente muertos”.
¿Qué dice al respecto la ley? ¿Qué considera la legislación española como muerte legal? El abogado Javier Cremades, presidente fundador del despacho Cremades & Calvo-Sotelo, señala que según la ley (Anexo I del Real Decreto 1723/2012) “el diagnóstico y certificación de la muerte de una persona se basará en la confirmación del cese irreversible de las funciones circulatoria y respiratoria o de las funciones encefálicas [muerte encefálica]”.
Dejando esto aparte, ¿es legal la criogenia humana en España? El abogado comenta que no existe una respuesta legal específica sobre criónica. Sin embargo, aclara que “la legislación española no permite la criogenización si su objetivo es la crioconservación de un cadáver con el objetivo de una curación futura”. Cita al respecto el Real Decreto 2263/1974, por el que se aprueba el reglamento de una Policía Sanitaria Mortuoria, destinada a establecer que el destino final de todo cadáver será el enterramiento en un lugar autorizado, la incineración o la inmersión en alta mar. Solo uno de esos tres.
¿Un engañabobos?
"El gran salto sería aplicarlo a la reparación de órganos o partes de ellos, como sustituir las células muertas de un corazón infartado por otras nuevas del paciente" (Gemma Marfany, genetista y bióloga)
A pesar de todo, hay personas que deciden criogenizarse. ¿Frikis, almas cándidas, viejos multimillonarios? No exactamente, aunque sí hay mucho frikismo en torno a la criónica humana y están invirtiendo en ella multitud de multimillonarios, como el director de Ingeniería de Google e impulsor de la Singularity University, Ray Kurzweil o el fundador de PayPal, Peter Thiel.
Sin embargo, no es del todo cierto que sea solo cosa de ancianos ricos. Conocido es el caso de la estudiante Kim Suozzi, que reunió mediante una campaña en Internet el dinero suficiente para criopreservar su cerebro al morir de cáncer a los 23 años. Y la persona más joven del mundo en someterse a ella fue una niña tailandesa de dos años, en 2015, si bien es cierto que como es obvio la decisión no la tomó ella sino sus padres. En cuanto a que esto sea solo cosa de excéntricos, hay que decir que el propio Cabo, aunque se muestra crítico, señala que la criogenización humana es “algo interesante”. Marfany asegura no creer en ello, pero no niega que sea viable: “Hasta que haya evidencias me reservo el derecho a pensar que tal vez algún día se encuentre la manera”.
Por su parte, el investigador en cuestiones de envejecimiento y longevidad João Pedro de Magalhaes, que dirige su propio laboratorio en la Universidad de Liverpool (Reino Unido), reconoce sentirse intrigado por la criónica, si bien se considera escéptico. “Nos ofrece una vida futura posible, pero la probabilidad de que funcione es muy baja y hay muy poca investigación académica sobre la materia”, afirma. Señala también que “la criopreservación humana tiene una mala imagen en la sociedad, y eso puede bloquear sus avances y cohibir a científicos interesados en investigar sobre ello”. Por eso, propone crear una red de investigación en criopreservación y criónica para aumentar el conocimiento en este ámbito y limar asperezas entre los más y los menos escépticos.
Recambiar órganos
De momento, la resurrección y la inmortalidad están lejos. Y, si hay una fuente de la eterna juventud es mucho más probable que se encuentre a través de vías como la regeneración celular que mediante la criopreservación humana o cerebral. Por este camino avanza la investigación con células pluripotentes inducidas: un tipo de células madre sometidas a un proceso que las vuelve de nuevo embrionarias, lo que permite usarlas para generar células de cualquier tipo con una regeneración espectacular, según explica Marfany. “Este va a ser el futuro: implantes de uno mismo para recambiar los propios órganos”, asegura la bióloga.
Sin embargo, esto requiere un proceso que se alarga durante meses y, a menudo, el paciente no dispone de ese tiempo de espera desde que se le diagnostica la enfermedad o tiene lugar la causa de la disfunción del órgano correspondiente. Por eso, la profesora comenta: “Sería interesante que cada uno dispusiéramos de una pequeña muestra de nuestras células para cada órgano, ya preparadas, para poder implantarse en el momento de necesitarlas”. Y para conservarlas habría que recurrir a un proceso de criopreservación con el objetivo de preservarlas intactas en un futuro.
La técnica ya se aplica para conservar células y tejidos, semen, óvulos, cordón umbilical..., con fines como la fecundación in vitro con esperma de un donante procedente de un banco de semen. Reparar quemaduras en la piel mediante células madre criopreservadas procedentes de donantes o del propio paciente es otra de las aplicaciones en las que interviene la criónica. "También se estudia su uso en neuronas para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson o para regenerar las células del esófago, entre otros. No obstante, Marfany afirma que esto debe realizarse “de forma muy controlada” para evitar riesgos como el cáncer en los casos de trasplante celular.
De humanos, animales y vegetales
En todos estos casos, la criónica es legal. Cremades puntualiza que la criogenización de gametos y preembriones, de células y de tejidos humanos, y de los productos elaborados derivados de ellos, sí está permitida cuando están destinados a ser aplicados en el ser humano. Eso sí, salvo excepciones. El abogado explica que se quedan fuera la sangre y componentes derivados sanguíneos, órganos o partes de órganos, si su fin es el de ser utilizados en el cuerpo humano con la misma función que el órgano completo, y células reproductoras en determinados supuestos.
La criogenización también se realiza con células y tejidos de animales: caballos, toros sementales, vacas, perros o atún salvaje, ya sea para mejorar la genética del ganado o conservar especies en peligro de extinción. Incluso en agricultura: tal y como afirma la FAO, la biodiversidad agrícola puede conservarse utilizando esta tecnología para preservar y almacenar el material genético, como semillas, espermatozoides o embriones a temperaturas ultrabajas. El motivo: “Los recursos genéticos son la materia prima para el desarrollo agrícola y su uso sostenible es crucial para la seguridad alimentaria mundial”, señala la FAO.
Así que, lo que sabemos de momento —aparte de que Walt Disney no ha sido congelado— es que la única criopreservación que funciona es la que se aplica a células y tejidos humanos y animales, y a información genética vegetal. Ni cerebros humanos ni cuerpos. Al menos, por el momento. Además, no todo el mundo ansía ser inmortal, y menos si es a costa de estar criogenizado cientos de años. Al fin y al cabo, ¿quién estará ahí para esperarnos cuando hayamos vuelto? Para entonces ya no habrá nadie que nos sirva de referente, a no ser que en ese lapso de tiempo se haya encontrado la fuente de la eterna juventud (cosa que se antoja improbable). Así las cosas, vale la pena pensarse si tiene sentido esto de criogenizarse.
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