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Se vende cárcel vacía para uso recreativo

Las autoridades holandesas se deshacen de centros penitenciarios que ya no se utilizan

Isabel Ferrer
Centro penitenciario La Cúpula, en Breda, construido en 1886.
Centro penitenciario La Cúpula, en Breda, construido en 1886.EMMANUEL DUNAND (AFP/Getty Images)

El Gobierno holandés decidió en 2013 que todas las cárceles debían contar con dos reclusos por celda, en lugar de uno solo. Dicho ahorro ha tenido consecuencias inesperadas: sobra espacio y sendas prisiones nacionales, vacías, fueron alquiladas temporalmente a los Gobiernos de Bélgica y Noruega para sus propios presos. A su vez, el mantenimiento de algunas penitenciarías es demasiado gravoso, y están a la venta en el mercado libre. Es el caso de La Cúpula, de Breda (sur del país), construida en 1886. El Estado la ofreció al Ayuntamiento, que no puede asumir unos gastos sin especificar, pero espera que el nuevo dueño le dé un uso “recreativo”.

Entre los primeros candidatos a hacerse con la cárcel hay una conocida cadena familiar de restauración: Van der Valk. Dispuesta a abrir un hotel con unas 180 habitaciones, restaurante y espacio para congresos, sus portavoces indican que la inversión (cercana a los 50 millones de euros) “revitalizaría el centro de Breda”. Hasta la fecha, el recinto se utilizaba como escenario de un juego de evasión apropiadamente titulado Prison Scape.

La Cúpula es el apodo del edificio, y responde al modelo de arquitectura carcelaria que aplica la idea del panóptico, concebida por el filósofo y jurista británico Jeremy Bentham (1748-1832). Era un firme defensor de garantizar el poder de los celadores sobre los detenidos asegurando que no los pierden de vista. Como las celdas están repartidas alrededor de la cúpula, la vigilancia desde un punto central era panorámica, y parecía que los guardianes mantenían siempre el control. Bueno, no siempre. En 1952, escaparon siete holandeses condenados por colaborar con los nazis durante la II Guerra Mundial. Fueron arrestados en Alemania, que los consideró ciudadanos propios por haber pertenecido a las SS. Holanda nunca logró su extradición, y el último superviviente, Klaas Carel Faber, murió en 2012, a los 90 años. En La Cúpula también acabaron Los Cuatro de Breda, oficiales germanos nazis durante la ocupación.

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