Los peregrinos son los nuevos hipsters: la gentrificación llega hasta el Camino de Santiago

A muchos pudo asombrar que en 2015 un grupo de activistas protestase ante un bar de cereales de Londres. En los vídeos del suceso publicados en la prensa anglosajona aparece una primera advertencia que nos adelanta que esas imágenes contienen "strong language", y es que se trató de una protesta no exenta de violencia, en la que los activistas escribieron palabras como «escoria» en las ventanas del local.

Lo primero que podría sorprender de esta noticia es que alguien se manifestara en contra de un establecimiento, tan inofensivo o hasta entrañable en apariencia, como aquel. Lo segundo más asombroso es que existiese una cafetería donde en lugar de café, uno pudiese tomar leche con cereales. Si se investiga un poco más, es fácil descubrir que ese vaso de leche con cereales cuesta más de lo que cualquiera de los residentes de la zona gastaban en comida durante tres o cuatro días seguidos un año antes. En realidad, el local de cereales no estaba hecho para la gente de ese barrio obrero, sino para atraer a curiosos y turistas. Ya se sabe que cuando empiezan a proliferar los visitantes, los barrios pierden su identidad, todo se destina al turista y nada a los vecinos.

Ahora, ese bar de cereales ya no sorprende a nadie, no solo porque Madrid ya cuenta con su propia versión, sino porque se trata de una imagen a la que cada vez estamos más acostumbrados. Es el trillado escenario de la gentrificación. Puesto que este tipo de reapropiaciones del espacio urbano no deja de aumentar, crecen también sus disidentes, y ya no solo en capitales como Londres, Madrid o Barcelona, sino que en ciudades de provincia ya han comenzado a movilizarse.

Tal es el caso de la plataforma STOP Gentrificación Logroño, que en un mes de existencia ya ha desatado importantes polémicas. A través de su página de Facebook, este colectivo empezó denunciando la considerable subida de los alquileres, el aumento de apartamentos explotados para Airbnb, además de toda una serie de detalles, que deslustraban el alma de la ciudad, como la elección de algunos bares de incorporar Ribera en su carta de vinos, debido al aumento de turistas, que, ignorantes de que están en la capital del Rioja, piden sin miramientos lo primero que se les ocurre.

Si al principio podría extrañar que alguien arremetiese contra un cándido local de cereales, ahora también podría causar estupefacción que alguien protestase contra el Camino de Santiago, pero esa fue la iniciativa que STOP Gentrificación Logroño llevó a cabo el pasado 11 de julio. Un grupo de jóvenes marchó por las calles del centro de la capital riojana y se presentó en dos albergues de peregrinos ondeando pancartas que rezaban mensajes como 'Peregrinos go home', 'Menos caminar y más trabajar', o 'Menos peregrinos, más barato el vino'.

No buscaban acabar con la ancestral ruta de peregrinación, pero sí denunciar que el paso del camino por el centro causaba estragos, como la sobrepoblación en el centro urbano, que conlleva subidas de precio en alquileres, bares y restaurantes. "Los peregrinos, además, dan muy mala imagen por su aspecto físico y su descuidada higiene. En la Edad Media traían cultura, hoy sólo traen los pies negros", aseguran. A su vez, añaden que si Logroño está perdiendo los estandartes de sus rituales y tradiciones, también ocurre lo mismo con el Camino, pues "uno de los aspectos más graves del Camino de Santiago, además, es que se trata de una tradición cristiana, pero muchos peregrinos no son devotos y mantienen relaciones sexuales durante el Camino, minando así la esencia de la moral católica".

El argumento de que los peregrinos trae riqueza a la ciudad podría ser cuestionable, pues, en realidad, el albergue municipal es gratis, y tan solo gastan dinero en el menú del peregrino, que es barato y malo, y muy lejos queda de la tradición culinaria de tapas y pinchos riojanos. Lo que proponen desde STOP Gentrificación Logroño es desviar el camino al otro lado del Ebro. Creen que es la mejor solución para que unos y otros resulten lo menos perjudicados posibles. De hecho, durante la protesta, cambiaron la dirección de algunas de las flechas amarillas que indican la ruta del Camino de Santiago, a modo de simulación, para desviarla hacia el extrarradio. La plataforma ha iniciado una petición de firmas con el objeto de reunir los apoyos suficientes para que el ayuntamiento tenga en cuenta la propuesta de desviar el Camino.

En definitiva, vivimos una época en la que hasta los cereales o los peregrinos pueden considerarse una terrible fuente de peligro.