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Lo de "comer por los ojos" no es autosugestión: según un estudio liderado por el Instituto Nacional de Genética de Shizuoka, en Japón, <a href="http://www.biorxiv.org/content/biorxiv/early/2017/03/16/078527.full.pdf?%3Fcollection" target="_blank">existe un vínculo directo entre la percepción visual de la comida y las ganas de comer</a>. Al menos en muchas especies animales, en las que se ha comprobado que la información visual se transmite al hipotálamo, una región del cerebro que, entre otras muchas cosas, regula las sensaciones del hambre y la saciedad. Otro estudio del Instituto alemán Max Planck <a href="https://www.mpg.de/4990409/regulation_eating_behaviour" target="_blank">ha comprobado que el aspecto la comida puede aumentar la concentración en sangre de una hormona llamada grielina</a>, que desata en nosotros la sensación de apetito. Pero no es solo la comida la que detona esos mecanismos: <b>la manera en que se sirve también influye y mucho, e incluso cómo nos la explican</b>. Los restaurantes lo saben bien y sus estratagemas de seducción triunfan la mayoría de las veces. Aquí van algunas.
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En vasos redondos bebemos más rápido y otros trucos de los restaurantes para que consumamos

La forma de los vasos, la elección de los cubiertos... Todo está medido, pero ahora ya lo sabemos

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