6 fotosSeis razones científicas por las que estamos mejor solterosAunque la sociedad se empeñe en lo contrarioBuenaVida22 jul 2017 - 12:35CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceUn seguimiento de jóvenes universitarios demostró en un estudio de la Universidad del Estado de Washington que aquellos que atribuían un menor valor intrínseco al trabajo —el relacionado con la satisfacción que se obtiene por las propias tareas— terminaban casándose o teniendo hijos dentro los nueve años después de licenciarse. Una vez en pareja, las mujeres daban menos importancia a las recompensas extrínsecas —sueldo, seguridad, prestigio, oportunidades para aprender— y ambos restaban relevancia a las gratificaciones íntrinsecas, como retos o responsabilidades. Cuando tenían hijos, los hombres perdían aún más interés por los valores de las propias tareas para centrarse en la seguridad o el sueldo. En definitiva, los solteros terminaban disfrutando más del trabajo en sí.Un análisis de las relaciones de los estadounidenses con su entorno, llevado a cabo por la Universidad de Massachussetts concluyó que las personas solteras tienden a estar más en contacto con, ayudar a y recibir ayuda de padres, hermanos, vecinos y amigos que las casadas, que viven en su isla familiar. Y ya lo contábamos en BuenaVida: no cuidar las relaciones sociales puede ser tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día, según el metaestudio con datos de más de 300.000 personas que dirigió la psicóloga Julianne Holt-Lunstad. Otro informe posterior lo avala: la felicidad y la buena salud en los adultos también están relacionados con entorno de amistades fuerte, que derivaba en menos enfermedades crónicas, como diabetes, alta presión, problemas psiquiátricos y complicaciones coronarias.Aunque el estudio longitudinal que desarrolló la Universidad de Wisconsin-Madison concluyó que el matrimonio reportaba bienestar tanto a hombres como a mujeres, había una serie de aspectos como la autonomía y el crecimiento personal en los que los solteros de ambos sexos puntuaban sensiblemente mejor que quienes tenían pareja. Es algo que se desarrolla con el tiempo: mientras los jóvenes llevaban peor la soltería, los adultos de mediana edad se mostraban psicológicamente más resilientes. "Aquellos que se mantenían sin pareja a lo largo del tiempo tenían mayor determinación y un sentido de continuo crecimiento personal que no mostraron los que permanecieron casados", comentaba DePaulo en su intervención.Una investigación publicada en el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, y conducido por dos profesores de la Facultad de Psicología de Lafayette College, llegaba a la conclusión, tras comparar los recursos psicológicos de los casados con los de los solteros, que si bien los primeros se sentían más integrados en la sociedad, los singles habían desarrollado herramientas propias y eran notablemente más autosuficientes que sus compañeros de estudio con pareja. Una cualidad que usaban para combatir los afectos negativos y potenciar los positivos, para lo que los emparejados tendían a apoyarse en sus vínculos familiares.En España hay cada vez más hogares unipersonales: son de hecho los que más crecen, según la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE). En la publicación de abril de este año, correspondiente al primer cuatrimestre de 2016, ya sumaban 4,6 millones las personas que viven solas en nuestro país, la mitad de los solteros, que supera la cifra de los ocho millones aunque muchos viven con sus padres por su edad o su situación económica. Estas personas se enfrentan a unos costes de vida más altos. Esto es lo que motivó los resultados de una encuesta reaizada por el portal de citas e-Darling entre 2.500 solteros: "Se sienten discriminados", concluía. "[Si se hace el cálculo por persona] pagan más impuestos sobre la vivienda, soportan un mayor coste de consumibles —electricidad, agua, gas...— y los seguros de hogar son más caros para ellos". Para DePaulo "esta es una de las cosas que hace más sorprendente que a los solteros les vaya tan bien".Según este estudio publicado por el Instituto de Estudios del Trabajo de Alemania, con más de 65.000 participantes a quienes hicieron un seguimiento durante 20 años, el matrimonio tiene un claro punto de inflexión para las mujeres que se sitúa en su quinto año, momento a partir del la felicidad que habían sentido a medida que se acercaba la boda, comienza a bajar hasta estabilizarse a niveles de cuando estaban solteras. En cambio, después de tres años de moderación después del divorcio, el gráfico de la felicidad experimentaba una subida pronunciada. Los hombres, por su parte, vivían los años antes del matrimonio con cierta euforia que decaía inmediatamente después de casarse. De cara al divorcio, ya un año antes se encontraban más felices de lo que habían estado antes, un sentimiento que no paraba de crecer tras la separación.