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Los textiles anti-UV se extenderán a la ropa de uso diario

Los investigadores trabajan para incorporar a la barrera física que supone la prenda sistemas fotoprotectores que aumenten su potencial de reflexión

Algunos colegios usan ya como uniforme ropa técnica anti-UV.
Algunos colegios usan ya como uniforme ropa técnica anti-UV.

Con las altas temperaturas veraniegas, las recomendaciones habituales son llevar ropa más liviana, elaborada preferentemente con algodón o lino y a ser posible de colores claros, con gorras y gafas de sol, así como usar fotoprotectores, indispensables para prevenir el enrojecimiento, quemaduras, arrugas prematuras, pérdida de elasticidad, firmeza, deshidratación y manchas en la piel. Pero además, hay investigadores que trabajan en el desarrollo de ropa de verano que permita una fotoprotección integral, como uno de los objetivos más importantes en la prevención de los riesgos asociados a la sobrexposición solar. Avances que son ya una realidad con el desarrollo de tejidos técnicos para la realización de deporte. Un logro que poco a poco se quiere extender a la ropa de uso diario como, por ejemplo, los uniformes que utilizan los estudiantes. En este empeño por desarrollar tejidos protectores de la radiación solar juega un papel importante la biotecnología.

María Victoria de Gálvez, coordinadora del Grupo Español de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología (AEDV), apunta que “cada vez se están desarrollando más productos biotecnológicos que pueden ser útiles en fotoprotección. Desde la aplicación de enzimas en los procesos de fabricación para obtener tejidos fotoprotectores, hasta la aplicación de sustancias naturales en los tejidos. Esta última es la línea de investigación realizada en la Universidad Politécnica de Valencia y el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe que ha confirmado las propiedades fotoprotectoras de tejidos de algodón tintados con extractos de té”.

El equipo de investigación, que ha publicado su trabajo en la revista Dyes and Pigments, tintó con tres variantes de té (verde, rojo y negro) telas de algodón y analizó la capacidad fotoprotectora de los textiles resultantes. La tela de algodón teñida mediante ebullición con extracto de té rojo presentaba la protección ultravioleta más alta, con un valor obtenido muy superior al de las otras muestras estudiadas. Con todo, las tres variantes de té ofrecían valores de fotoprotección aceptables, alcanzando un factor de protección de 50.

El biólogo José Arjona Aguilera, del Departamento de Medicina y Dermatología de la Universidad de Málaga, autor de la investigación “Nuevos avances en los textiles de la ropa de verano para la protección contra la radiación ultravioleta”, publicada por la Sociedad Estadounidense de Fotobiología, señala los tres factores que hay que tener en cuenta para que la protección de una prenda sea elevada frente a los efectos del sol. Uno es el “el entramado del tejido, pues las telas o tejidos de punto apretado tiene agujeros más pequeños entre los hilos, por lo tanto bloquean mejor la entrada de los rayos ultravioletas. El segundo es el grosor, dado que a mayor grosor mayor protección. Y el tercero son los colores, ya que cuanto más oscuros mejor se bloquea el paso de los temidos rayos solares”. Arjona Aguilera comenta que el objetivo final es poder aplicar los avances que se han hecho en la ropa deportiva e incorporarla a la ropa diaria. En su opinión, “sería un plus tanto para el consumidor como para el fabricante que las prendas de vestir normales incluyeran en su etiquetado cuál es su protección contra el UVR”. De hecho, Arjona Aguilera apunta que en el colegio de su hija los alumnos ya utilizan ropa técnica como uniforme deportivo.

Los textiles, en general, poseen de manera natural un efecto físico que bloquea el paso de fotones al interior de la piel. Se trata de aumentar esta facultad mediante la incorporación de fotoprotectores que aumenten el potencial de reflexión de la prenda utilizada. De Gálvez manifiesta que, para aumentar la fotoprotección de los tejidos, “se pueden utilizar agentes blanqueadores capaces de absorber luz UV y la revierten a luz visible. Otra opción es el uso de tintes que se añaden a los lavados y tienen un fotoprotector que va confiriendo al tejido gradualmente mayor fotoprotección con los lavados”. En relación al grado de fotoprotección de las cremas tradicionales frente a los textiles, De Gálvez dice que “el factor de protección solar (FPS) hace referencia al tiempo de podemos estar al sol sin quemarnos, mientras que el grado de fotoprotección de los tejidos se conoce como FPU (factor de protección ultravioleta) y hace referencia a la cantidad de radiación UV que es bloqueada por los tejidos y puede realizarse en cualquier tipo de tejido”. Aunque apunta que en España “solo suele incluirse en prendas seleccionadas en determinadas tiendas de deporte y ocio y en tiendas online dedicadas específicamente a fotoprotección”.

En el tema de la fotoprotección integral, los expertos creen que en un futuro no muy lejano el uso de ropa “anti-UV” será habitual y una prioridad para la población en general y, sobre todo, para los niños y jóvenes en particular. “En los niños es fundamental, ya que la protección es física con lo que no habrá riesgo de toxicidad o alergias. No obstante, la mejor medida de fotoprotección es evitar la exposición solar en las horas centrales del día y la búsqueda de sombra. Otra medida complementaria de fotoprotección es contrarrestar el estrés oxidativo generado por los radicales libres, tras exposiciones solares intensas, mediante una dieta sana con frutas y verduras ricas en antioxidantes”, explica. Finalmente, la coordinadora de la AEDV comenta que la fotoprotección debe ser integral y, en este sentido, destaca que “es fundamental el desarrollo de programas educaciones en los colegios, ya que casi el 80% de la radiación solar que recibimos ocurre en la infancia y adolescencia. Por ello, la fotoprotección en estas edades es la mejor manera de prevenir el desarrollo de cáncer de piel relacionado con el sol”.

El doctor Miguel Sánchez Viera, director del Instituto de Dermatología Integral, recuerda además que, a pesar de las campañas de sensibilización, “la población adolescente es una de las que tiene mayor riesgo ya que no utilizan fotoprotectores y pasan mayor tiempo al sol cuando los rayos UVA son más fuertes. Sólo piensan en las quemaduras, y una vez curadas no se dan cuenta que sus efectos continúan y tras 20 o 25 años pueden ser el origen de un melanoma”.

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