Miénteme, Pinocho
Pócimas mágicas inocuas que generan millones de beneficios
"¿Qué le dice Caperucita a Pinocho en la cama haciendo un 69? ¡Miénteme, Pinocho! ¡Miénteme!" Ojalá todas las mentiras que nos cuelan referente a la sexualidad se quedaran en este chiste absurdo pero muy gráfico. La sexualidad no es indemne a la palabrería ni se libra de que más de uno se aproveche de la desesperación de otros. Y puede que haya quien crea que una buena nariz favorece el éxito del cunnilingus.
A principios de los años 90 un tal tío Cirilo recorrió el país con su brebaje mágico compuesto de polen, jalea real, leche, miel, cacao más unas cuantas hierbas del campo y un toque de alcohol. Dos periodistas, Juan Carlos de la Cal y su compañero Javier, se lo encontraron haciendo un reportaje de brebajes y el vecino de Las Mestas les mostró la primera viagra española. El reportaje supuso el pistoletazo de salida para años de ventas. El Ciripolen se convirtió en la bebida supuestamente milagrosa para los problemas de erección y, según cuentan, hasta el mismísimo rey emérito probó su eficacia. Desde luego, don Cirilo se lo pasó en grande.
El aguacate, la miel, las almendras, las ostras, el chocolate y hasta la canela son alimentos a los que se les presuponen efectos afrodisíacos, entendiendo como tal aquellos que se consideran potenciadores sexuales. Vamos, que si los comes, te pones como las motos. El aguacate, por ejemplo fue considerado por los aztecas un potenciador sexual masculino por su forma parecida a la de un testículo. Tres cuartos de lo mismo pasó con los plátanos, perfecto falo del banano. Algunas universidades han estudiado los afrodisíacos y, con citas más o menos rimbombantes, no han llegado a muchas conclusiones: solo a que hay alimentos que incrementan las hormonas implicadas en el sexo (testosterona) o el número y vigor de los espermatozoides. Nada más. Y eso no implica que favorezcan el sexo. Otra cosa es que se produzca el consabido efecto placebo: fenómeno por el cual los síntomas de un paciente pueden mejorar mediante un tratamiento con una sustancia inocua. Se llama sugestión. Como dice José Bustamante, psicólogo y sexólogo,"para los hombres no hay nada más afrodisíaco que sentirse deseado. Para las mujeres, nada más erotizante que sentirse sexi. Si además se toman unas fresas, una copa de vino en un entorno cuya luz y olores inviten a la intimidad, mejor que mejor... Pero el alimento estrella para la pasión es la fantasía y el amor propio." Dejemos para la literatura toda esa supuesta magia sensual y sexual de los alimentos y emocionémonos cuando el cine nos lo muestre en imágenes.
La homeopatía también ha entrado en el maravilloso mundo del sexo, basando su eficacia en la misma fe que se deposita en los afrodisíacos. En la actualidad hay un compuesto homeopático para cualquier problema sexual, incluidas las Enfermedades de Transmisión Sexual, como el VIH. La homeopatía no necesita ser administrada por ningún médico, ni siquiera por ningún terapeuta con título alguno. ¿Por qué? Porque basta con que sea inocua para que pueda venderse. Hay enfermos que declinan los tratamientos médicos para dejarse seducir por sus productos. Con los muertos encima de la mesa, el Partido Popular ha evitado desmarcarse de la homeopatía y en la actualidad cualquiera puede adquirir los compuestos para tratar su falta de libido, eyaculación precoz, disfunción eréctil y hasta la hipersexualidad. Sin ningún aval científico la homeopatía campa a sus anchas.
La homeopatía es rentable. Mucho. Sobre todo para los que la fabrican y la distribuyen. El laboratorio francés Boiron no tiene productos específicos para el rendimiento sexual, pero sí para tratar afecciones vaginales: leucorreas no infecciosas, irritaciones vaginales y prurito en la vulva. Boiron lo trata con Endhometrol: óvulos de 3'4 gramos cuya composición se basa en diferentes plantas (0'25 gramos por óvulo) mezcladas con gelatina, glicerina y agua purificada (3'15 gramos por óvulo). La caja de 6 óvulos no baja de los 5'50 €. Tiene el mismo precio que dos doradas en el mercado. Pero su composición es de 1'5 gramos de plantas y 18'9 gramos de gelatina, glicerina y agua purificada. Basta con teclear el nombre del producto en internet para encontrar farmacias que nos lo dispesan incrementando su precio hasta los 13 €. Envío incluido, eso sí. Eso nos da una idea de por qué Boiron facturó en 2015 más de 607 millones de euros. Y eso que sus ventas cayeron estrepitosamente en todo el mundo, excepto en Francia y en Estados Unidos, donde lo mismo todavía le tienen también fe al agua bendita.
Nicolás Mendoza Ladrón de Guevara, profesor titular de Ginecología de la Universidad de Granada y especialista en Medicina Reproductiva y Endocrinología Ginecológica destaca la nula necesidad de estudios médicos para poder practicar estas medicinas que denominan alternativas: "Cualquier técnica diagnóstica y cualquier tratamiento de la Medicina se estudia, contrasta y valora. Tanto sus riesgos como sus beneficios. Cualquier acto médico obliga a años, décadas, de continua mejora, sea el que sea. Hay agencias de evaluación, programas de seguimiento, protocolos de actuación, revisiones periódicas, más la crítica diaria en nuestras revistas científicas que vigilan que cada uno de nuestros actos cumplan con unos mínimos de eficacia y seguridad. Por ejemplo, para decir que la testosterona es útil en el tratamiento del trastorno del deseo sexual de la mujer, se necesitan años de estudios preclínicos, años de estudios clínicos, años de estudios postcomercialización, y años de observación en países de cualquier rincón del planeta... Y aún así revisar periódicamente sus datos de eficacia y seguridad. Eso no se hace para ningún recurso homeopático."
Reconozcamos que la eficacia de la homeopatía se basa en argumentos tan empíricos como estos:
Permítanme una osadía. Antes de comprar cualquier producto homeopático consulten aquí si la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios lo considera medicamento. Y si se lo dispensan en una farmacia, duden de ella. Hay quien solo vende medicamentos; se lo aseguro.
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