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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sanciones ejemplares

La UE debe dejar claro que el acuerdo sobre refugiados obliga a todos

Una familia de refugiados en Hasaka, Siria, tras haber huido de la violencia de Mosul (Irak).
Una familia de refugiados en Hasaka, Siria, tras haber huido de la violencia de Mosul (Irak).Rodi Said (REUTERS)

No se puede estar en Europa por los beneficios y negarse a colaborar en los costes. Ese es el mensaje que Bruselas ha lanzado a todos los países miembros con la decisión de abrir un procedimiento de infracción a los que se niegan a aceptar refugiados. La UE adoptó por mayoría en 2015 un acuerdo para repartir a 160.000 de los inmigrantes que habían llegado a Grecia e Italia en plena crisis migratoria. El plan ha sido un fracaso: cuando apenas faltan tres meses para que expire el plazo establecido, apenas se han reubicado 20.869 refugiados, luego el incumplimiento es generalizado. España no figura entre los países ejemplares. Al contrario: de los 17.337 refugiados que se ha comprometido a acoger, apenas ha recibido hasta ahora poco más de un millar, el 7% del total.

En el caso de Polonia, Hungría y República Checa, los tres países a los que se ha abierto expediente, el rechazo supone un abierto desafío a la UE. Los dos primeros no han aceptado ni un solo refugiado y el Gobierno checo ha abandonado el programa tras recibir solo a 12. Era preciso restablecer la autoridad. Dejar pasar este desacato a un acuerdo adoptado por los procedimientos acordados de toma de decisiones supondría un precedente peligroso. Cualquier país podría negarse a cumplir un acuerdo alegando, como hace Polonia, que se tomó en contra de sus intereses. Se da la circunstancia de que los más incumplidores son también los que más reciben del presupuesto comunitario, lo que implica que son receptores netos de ayuda y en cambio, se muestran remisos a colaborar en las cargas de la unión.

Editoriales anteriores

Este proceso sancionador debe servir para dejar claro que la UE mantiene su criterio ante un problema que evoluciona de manera muy preocupante. En Italia, que ahora recibe el grueso del flujo migratorio tras el sellado de la ruta de los Balcanes, es alarmante el cambio de posición del Movimiento 5 Estrellas, que ha llevado a la alcaldesa de Roma a pedir una moratoria en la acogida de refugiados. En Gran Bretaña, donde la inmigración está en el centro del debate político, han aumentado un 47% los delitos de odio contra ciudadanos de origen extranjero, que son el 9% de la población.

Las divergencias sobre la política de asilo están siendo también el principal escollo para formar Gobierno en Holanda. El tercer intento ha fracasado después de que el líder de Izquierda Verde abandonara la negociación al no conseguir asegurar el asilo a los refugiados que huyen de la guerra. En la propia Alemania, el país más solidario, es un asunto problemático para la coalición de Gobierno pues el socio de Angela Merkel, la CSU, exige limitar la acogida a 200.000 refugiados anuales.

Además de sancionar a los que rechazan el acuerdo y acelerar los reasentamientos, la UE debe relanzar el mecanismo permanente de reparto de refugiados: los flujos continúan y no es sostenible que el problema recaiga exclusivamente sobre los países con fronteras exteriores. El asunto será tratado en el próximo Consejo Europeo. Es de esperar que los países miembros rectifiquen y refuercen además las medidas para contener los flujos de migrantes económicos, un problema que se entrecruza con el de los refugiados.

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