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“Íbamos a vacunar a unos 30.000 niños. Acabaron siendo casi 70.000”

Tras mucho tiempo elaborando un plan para inmunizar a miles de niños contra ocho enfermedades en República Centroafricana, el equipo de MSF tuvo que hacer frente también a una epidemia de sarampión

Una niña espera a ser vacunada.
Una niña espera a ser vacunada.Sergio Ferrer (MSF)
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Hace unos meses, otros equipo de Médicos Sin Fronteras estuvo visitando la región en la que hoy me encuentro para hacer una evaluación de las necesidades y preparar un plan de acción. Recorrieron cada rincón en el que pensaban que podría haber necesidades de vacunación y se reunieron con los líderes locales de pueblecitos completamente aislados. Para llegar a alguno de estos lugares ni siquiera hay caminos en los que se pueda transitar con un coche o una moto, así que, si uno quiere llegar hasta ahí, la única solución es ponerse la mochila a la espalda, cargar con todos los bártulos y caminar hasta tres o cuatro horas para llegar al destino. Para acceder a otros pueblecitos hay que atravesar ríos en canoas que nadie imaginaría que pudieran llegar a flotar o subirse a una moto de montaña y armarse de valor, ya que los caminos de esta región no son precisamente amigables.

Debido al conflicto que desgarró la República Centroafricana en 2013 y 2014, y que continúa causando estragos en muchas partes del país, la tasa de cobertura de vacunación entre los niños menores de cinco años de muchas regiones del país es extremadamente baja. Y en estas circunstancias, el riesgo de que se produzcan epidemias y muertes que serían evitables con una simple vacuna es muy elevado. En casos como este, es donde nuestros equipos pueden marcar una importante diferencia.

Siguiendo el plan marcado por aquellos compañeros, nos desplazamos hasta Mbaïki para iniciar lo que en MSF llamamos una vacunación preventiva (que no se hace como respuesta a una epidemia, sino para proteger a la población ante las enfermedades). La campaña que teníamos previsto llevar a cabo en este distrito de la subprefectura de Lobaye es una vacunación multiantígeno; es decir, una vacunación que sirve para ofrecer protección contra varias enfermedades. En este caso, el tétanos, la difteria, la tosferina, la hepatitis B, el sarampión y algunas formas de neumonía.

La tasa de cobertura de vacunación entre los niños menores de cinco años de muchas regiones del país es extremadamente baja

Sin embargo, una vez llegamos aquí, nos topamos con varios casos sospechosos de sarampión, lo cual, obviamente, daba la vuelta a todo nuestro planteamiento inicial. Enviamos muestras a la capital para que las analizaran y el 4 de abril se acabó declarando la epidemia. Inmediatamente tuvimos que ampliar los objetivos de nuestra campaña de vacunación, que inicialmente estaba destinada a vacunar a niños de cero a cinco años, e incluir en ella a niños de hasta 15 años, a los que vacunaríamos tan solo contra el sarampión. Hubo que revisar muy rápidamente todo nuestro plan de acción, ya que, entre otras cosas, las vacunas de múltiples antígenos están destinadas únicamente a niños menores de cinco años y no resultan eficaces con niños de mayor edad.

Los retos logísticos que ya sabíamos que íbamos a tener se multiplicaban, ya que además de llevar a cabo una vacunación en un lugar tan remoto y de tener que llegar hasta los pueblos de los pigmeos que habitan en el corazón de la selva, ahora teníamos también la misión de parar una epidemia. Lo que iba a ser una vacunación para 30.000 o 40.000 niños, se convertía ahora en una en la que tendríamos que llegar a más del doble. Eso implica más trabajadores, más bicicletas para atravesar los caminos embarrados y más dificultades para organizar el transporte en canoas. Y, obviamente, más vacunas y más materiales de todo tipo.

Los primeros días yo no hacía más que preguntarme cómo haríamos para mantener refrigeradas las vacunas hasta el momento de ponerlas. Una cosa es ir uno mismo y hacer la visita para organizar la vacunación, pero a la hora de la verdad, ¿cómo íbamos a llevar allí en condiciones toda esa cadena de innumerables neveras? Afortunadamente, MSF cuenta con una amplia experiencia en este ámbito y estamos acostumbrados a que nuestros equipos hagan posible lo que parece irrealizable. Y una vez más, hemos demostrado que con esfuerzo y trabajo, además de con una planificación adecuada, se puede llegar a hacer casi cualquier cosa que uno se proponga.

Los primeros días yo no hacía más que preguntarme cómo haríamos para mantener refrigeradas las vacunas hasta el momento de ponerlas

Nos levantamos cada día a las cuatro o cinco de la mañana para preparar el material que llevamos a los puntos de vacunación, luego administramos las vacunas de sol a sol y finalmente, ya de regreso en la base de MSF, hacíamos un recuento de las vacunas administradas y nos preparábamos para el día siguiente. Ese ha sido nuestro día a día durante las últimas semanas. Todo ha funcionado como una máquina bien engrasada y gracias a eso, en tan solo un mes, hemos vacunado a 64.000 niños contra el sarampión; 25.300 de ellos menores de cinco años que también recibieron la vacuna multiantígeno que estaba prevista desde el principio.

Además de la campaña para detener la propagación de la epidemia, desde la sede nos enviaron un equipo de emergencia que se encargó de la atención a los enfermos y que echó una mano a nuestro equipo de inmunización. ¡Y menos mal! Ya que en apenas un mes llegaron a tratar a 142 pacientes. Ha sido un trabajo de coordinación y de colaboración muy bonito.

La campaña de vacunación contra el sarampión ya ha finalizado y la alerta por epidemia también, pero todavía permanecemos en la zona para reforzar las actividades de vacunación rutinarias y para monitorizar la situación. La campaña de inmunización multiantígeno también fue dada por concluída el pasado dos de mayo, pero en este caso se trata solo de un parón momentáneo. En esta ronda hemos vacunado a toda la población que nos habíamos marcado como objetivo en la subprefectura de Mbaïki, pero dentro de un par de meses continuaremos nuestro trabajo en la subprefectura de Mougoumba, donde, si todo va bien, vacunaremos a entre 30.000 y 40.000 niños más.

Ahora mis preocupaciones son otras: la temporada de lluvias está por llegar, así que, de aquí en adelante, somos conscientes de que los desafíos a los que nos enfrentaremos irán de nuevo en aumento.

El pasado mes de marzo, Médicos Sin Fronteras (MSF) comenzó una nueva campaña de vacunación en el sur de la República Centroafricana, donde a lo largo de los próximos meses más de 70.000 niños serán vacunados contra ocho de las enfermedades más frecuentes y peligrosas para la población de esta región.Esta es la tercera entrega de tres artículos en los que , a través de los relatos de los cooperantes, conocemos cómo se implementa el uso de las nuevas tecnologías en estas campañas, cómo se lleva a cabo una misión exploratoria para preparar una vacunación a gran escala y cómo se afronta el hecho de encontrarse con una epidemia en mitad de una vacunación que en principio era solo preventiva.

Sasha Matthews coordinó las operaciones del equipo de vacunación de MSF en República Centroafricana.

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