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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tranquilas, nos matan sin mala intención

El tenista Hamou y los asesinos machistas comparten un hilo común: se sienten dueños del cuerpo de la mujer

Entrevista al tenista frances Maxime Hamou en Roland Garros.
Berna González Harbour

Nunca suele ser con mala intención. El tenista Maxime Hamou ha pedido disculpas por asaltar físicamente a una periodista que le entrevistaba en directo en Roland Garros. Hamou, de 21 años, estaba tan contento y satisfecho por la semana que había vivido —cuenta en su comunicado— que el entusiasmo se le manifestó de forma “torpe” y se transformó en asalto a un cuello y una oreja que intentaba una y otra vez besar, lamer o morder sin permiso de su dueña, a la que agarraba con fuerza por el pecho. Pero “ninguna de las cosas que se han escrito era mi intención”, asegura. El tenista fue lógicamente expulsado de la competición.

Su comportamiento pone imágenes al dominio que algunos hombres creen tener sobre el cuerpo de las mujeres. En este caso ha sido visible y televisado, como en los asaltos y tocamientos el verano pasado en las fiestas de San Fermín, pero ocurre en demasiados entornos, ocurre a edades tempranas y es el veneno que, en su grado máximo, incluye la violencia y el asesinato si ellas no cumplen lo que de ellas se espera. El principio de dominio, de concebir el cuerpo de la mujer como una propiedad a merced de él, es el tenue hilo que une las supuestas bromas del tenista con los crímenes machistas que siguen destrozando las vidas de decenas de miles mujeres cada año en España.

Tres mujeres murieron el pasado fin de semana en nuestro país: V.S, de 38 años, fue asfixiada con una bolsa de plástico tras ser amordazada por su marido en su casa en Collado Villalba (Madrid). S.G., de 55 años murió aparentemente estrangulada por su marido en la capital. Y B.R., de 31 años, fue asesinada en Molina de Segura (Murcia) a machetazos por un compañero de trabajo. Los tres crímenes elevan las muertes por violencia machista a 27 en lo que va de año, un aumento tras varios años de contención, cuando la lucha que impulsó la aprobación de la ley en 2004 se impulsó con convicción. En 2016, además, las víctimas de violencia de género aumentaron a 28.281, un 2,4% más que el año anterior tras sucesivas caídas entre 2012 y 2014. Los condenados han subido un 7%.

El Gobierno, que había ido recortando los presupuestos destinados a la lucha contra la violencia de género en los últimos años, anunció inmediatamente este martes un incremento de seis millones. El PP se ha visto apremiado a ello por el PSOE, que amenazó con descolgarse del pacto de Estado que está gestándose en el Congreso para dar nuevo impulso a la ley si no había más dinero.

España necesita con urgencia esa movilización a través de un pacto, un compromiso o un cierre de filas de todas las instituciones que puedan estar involucradas, y necesita sobre todo la convicción que implica una batalla sin fisuras. La lucha contra la violencia de género requiere medios, requiere movilización, requiere educación, requiere conciencia y requiere censura inmediata de actitudes machistas como la que se ha visto en Roland Garros. Un cierre de filas ciudadano y social que nos libre de tantas cosillas “sin mala intención”.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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