Charada chavista
Las elecciones dirigidas que plantea Maduro no son la solución para Venezuela


Nicolás Maduro sigue avanzando en su huida hacia ninguna parte. En lugar de convocar elecciones presidenciales bajo supervisión internacional, insiste en violar la Constitución, asfixiar a la oposición y disolver la única institución con legitimidad democrática que queda en el país, la Asamblea Nacional.
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La aprobación el martes de una convocatoria para elegir a 540 representantes encargados de elaborar una nueva Constitución es otro capítulo más en la charada representada por el chavismo con tal de no aceptar las reglas del juego democrático y permitir el —merecido y ya demorado por demasiado tiempo— retorno de Venezuela al grupo de naciones que viven en libertad. La medida del mandatario no resiste el menor análisis legal. Maduro se propone instaurar un parlamento paralelo ignorando completamente la legitimidad y soberanía de la Asamblea Nacional. Dicha institución sería elegida con un manipulado sistema, tanto de elección como de designación de candidatos, que en la práctica supondrá la desaparición de la oposición.
Pero ni siquiera en el teatrillo representado por Maduro y la presidenta de Consejo Nacional Electoral —un órgano títere controlado por el chavismo— durante la aprobación de la convocatoria, el mandatario logró ocultar la naturaleza dictatorial de su régimen: “O Constituyente o violencia; o balas o votos” fue el resumen que el propio Maduro hizo de su estrategia actual. Es decir, según sus propias palabras, la alternativa a su proyecto manifiestamente inconstitucional, arbitrario y golpista no es el permitir que el pueblo venezolano elija libremente a su Gobierno, la liberación de los presos políticos y el reconocimiento de la legitimidad democrática de la Asamblea Nacional, sino ahogar a los venezolanos en una represión feroz y en un desabastecimiento sin límites. Incluso para aquellos que todavía sostienen a Maduro, su intento de acabar con la Asamblea debería ser una línea roja inaceptable.
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