Pueblos sin sombra
En estos días de Semana Santa, visitar y pasear por nuestros pueblos ha sido duro. Encontrar una plaza arbolada donde protegerse y tomar un refresco o pasear por un recorrido con árboles frondosos es prácticamente imposible. Los escasos ejemplares plantados están sometidos cada año a unas podas tan brutales que más parecen palos de escoba, impedidos de cumplir su función natural: dar sombra y frescor al caminante. ¿Por qué esta obsesión de los Ayuntamientos en mutilar las copas de los árboles? La naturaleza no entiende de calendarios, su sabiduría se rige por la temperatura ambiente, que el cambio climático ya se encarga de trastocar de manera irreversible. Lástima que los hombres no se den cuenta.— Lola Arpa Vilallonga. Mas Palet, Peratallada (Girona).
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