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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

En la noche de Bamako, Konaté soñó con Fez

El artista maliense propone un diálogo con los marroquíes expertos en la técnica ancestral del brocado

Analía Iglesias
Obra 'Papillon azul para Fez', de Abdoulaye Konate.
Obra 'Papillon azul para Fez', de Abdoulaye Konate.Bastien Rieussec

En Bamako, la vida sigue, decía José Naranjo en una crónica de hace dos años, en este mismo espacio, a propósito de la reputada Bienal de fotografía de la capital maliense, en tiempos angustiantes de suelos azotados. El norte de Mali continúa bajo amenaza y en el país se extiende el estado de emergencia. Sin embargo, los malienses intentan sobreponerse a una situación que se alarga, mientras los artistas repiten y repiten que ellos trabajan, a pesar de los yihadistas, a pesar de que el gran Malick Sidibé ya no esté, porque murió hace justo un año.

A pesar de las casas vacías de Sidibé y Seydu Keita, con el pesar de los placeres retratados y perdidos, el artista maliense Abdolulaye Konaté sueña y dedica su colección L’etoffe des songes (La tela de los sueños) a la memoria de su padre, Dona Dakouo, citando un proverbio africano: “Allí donde uno se ama no es nunca de noche”. “Hay momentos de intensa actividad y momentos de más reposo, como en cualquier país, pero el movimiento cultural en Mali sigue muy vivo”, cuenta Konaté (Diré, 1953), intentando evitar el alarmismo, o cansado de explicar que Mali es un país vivible.

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En estos días, está en Marruecos, inaugurando una muestra conjunta en el Espace Expressions CDG de la Place Pietri de Rabat y la Galerie 38 de Casablanca, comisariada por Arelle Dakouo, en el marco del evento L’Afrique en Capitale (hasta el 28 de abril). Por eso reconoce también el gran impulso magrebí que están percibiendo los artistas africanos, y recuerda especialmente otro momento colectivo estimulante, gracias al poeta y expresidente senegalés Léopold Sédar Senghor.

Konaté es uno de los artistas africanos más destacados en el ámbito internacional, reconocido especialmente por su manera de crear a partir de materiales de la vida cotidiana, nada caros e irrefutablemente ligados a su tierra: el primero, las telas. Su arte textil se funda en los trozos de algodón trabajados con la técnica del bazin (estampados a partir de la tintura de paños anudados y plegados). Elige los retazos en los mercados tradicionales, recorta y compone. Así los colores ya vienen en movimiento.

Esta vez, propone un diálogo con los artesanos del brocado de Fez. Dedica Konaté varias composiciones a la ciudad, entre ellas Una mariposa para Fez, con las alas desplegadas y los ojos muy atentos. Especial homenaje le rinde a Haj Abdelkader El Ouezzani, de quien dicen es el último maestro de esta técnica ancestral de bordado de sedas con oro o plata, en la ciudad imperial marroquí.

Pero la noche africana es la primera materia: “He trabajado mucho la aerografía y los paisajes nocturnos. Creemos que en la noche todo es negro, pero la oscuridad nunca es total. En el momento de las grandes sequías, he producido cuadros, telas e instalaciones que hablan de la situación dramática del Sahel. Por las noches, yo iba a las puertas del desierto a observar el cielo y mirar las cosas en la oscuridad, sentir la noche. La noche son infinitos grises. He hecho miles de mezclas de colores para experimentar nuevos matices. El bazin me ha interesado justamente por la riqueza de matices y porque me permite buscar nuevos vínculos entre los colores”, comentaba Abdoulaye Konaté al comisario marfileño Yacouba Konaté.

En la noche hay sendas y el artista maliense parece seguir fiel a la que le indicó el maestro cubano Wifredo Lam, en sus años de formación en La Habana, cuando le sugirió que todo lo que andaba buscando por el mundo lo tenía ya en su continente: “Tienes todo en África, me dijo, y me obligó a reflexionar”, recuerda.

Una comisión mixta Mali-Cuba promovía el intercambio entre estudiantes de arte, agricultura, periodismo, medicina o deporte, y gracias a aquellos acuerdos, Konaté vivió su propia experiencia cubana, entre el 78 y el 84. De allí viene el consejo de Lam, algunas palabras en español y la convicción de que hay un submundo de rituales y prácticas culturales que emparentan el Caribe y Brasil con África, “aunque se escondan”, dice.

La sensación frente a las obras de Konaté es de ligereza. Todo parece fácil, todo encaja aunque no esté fijo, nada perturba, los sueños son ligeros, se mueven o se vuelan. “Si un grupo humano no vive poéticamente, no baila ni canta con el ritmo, oculta su sentir común”, escribe en el catálogo, aunque sus frases-guía podrían leerse en sus telas.

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Sobre la firma

Analía Iglesias
Colaboradora habitual en Planeta Futuro y El Viajero. Periodista y escritora argentina con dos décadas en España. Antes vivió en Alemania y en Marruecos, país que le inspiró el libro ‘Machi mushkil. Aproximaciones al destino magrebí’. Ha publicado dos ensayos en coautoría. Su primera novela es ‘Si los narcisos florecen, es revolución’.

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