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Al agua, gatos

La mayoría de los felinos saben nadar y les gusta el agua, pero suelen resistirse al ritual del baño humano. Cómo asear al tuyo en seis pasos

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 Existe la creencia de que los gatos son antiacuáticos. Pero, la realidad es que ciertos felinos salvajes, como los tigres, los ocelotes o los jaguares, son hábiles nadadores que no solo disfrutan del agua, sino que también dependen de ella para conseguir su alimento. Salvando las distancias, a nuestros gatos también les puede gustar el agua. “El hecho de que se acicalen a menudo no implica que eviten el contacto con el agua, aunque como en el caso de las personas, depende de cada gato. Los habrá que adoren bañarse y otros a lo que no les guste” explica Ignacio Salmerón, veterinario especialista en gatos.

Los felinos utilizan lengua y patas delanteras para asear su pelaje. De ahí su fama de limpios y pulcros. De hecho, cuando están enfermos, uno de los síntomas que indican que no se encuentran bien es que dejan de acicalarse.

La necesidad de mantenerse limpio queda cubierta con el ritual felino de lamidos. Así es que un gato no necesita bañarse para estar aseado como las personas. Pero sí para jugar y disfrutar con ella. “Una estampa habitual es la del gato que se mete en la bañera para jugar con las gotas que caen del grifo o se introduce bajo la ducha para mojarse, lo hacen para jugar y no por necesidad de lavarse”, comenta Salmerón.

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El ritual de baño humano con espuma, secador o acondicionador de pelo no está hecho para muchos gatos. Aunque los hay que acuden a exposiciones y deben tener un extra de cuidados en su pelaje. Estos gatos están acostumbrados desde cachorros a este tipo de aseo y lo aceptan sin problema y, en general, cualquier animal habituado al baño desde joven, lo aceptará sin traumas. “No obstante, hay que evitar bañarle con mucha frecuencia, porque al carecer de glándulas sudoríparas no sudan y no lo necesitan”, aclara Salmerón, que recomienda “el cepillado diario para retirar suciedad así como pelo muerto que se acumule en el estómago del gato y le produzca las molestas bolas, que tendrá que eliminar a través de las heces o los vómitos”. El pelaje felino suele repeler la suciedad y la humedad y los lamidos habituales le mantienen limpio. No obstante, puede haber ocasiones en que se precise bañarle, como cuando su pelo es largo y tiende a enredarse y acumular más suciedad. En estos casos conviene seguir determinadas pautas que conviertan el baño en un momento agradable y no traumático para el felino.

1- Frotarle para empezar. Para los gatos que no están acostumbrados a los baños es recomendable colocarle en un lavabo y frotarle con suavidad el cuerpo con una esponja húmeda. A medida que tolere mejor la situación, se puede mojar más la esponja en agua tibia y aplicar un champú específico para gatos. Al finalizar, hay que secarle bien para evitar que queden restos de humedad en la piel, que le provoquen enfermedades como la dermatitis.

2. Agua a temperatura adecuada. Los 39 grados son lo ideal para que el gato se encuentre a gusto en el baño.

3- Champú específico. El jabón que se utiliza para bañar al gato debe ser especial para felinos. No se debe usar champú de perro, ya que suelen contener insecticidas para prevenir la aparición de parásitos como las pulgas, que pueden resultar tóxicos para el gato. En el mercado hay disponibles jabones con acondicionador incorporado que ayudan a dejar el pelo del gato suave y sin encrespamiento.

4- Aclarado anticaspa. Un buen aclarado de la piel y el pelo del gato tras el champú es fundamental para prevenir la aparición de caspa.

5- Ni una gota de agua. Secar a fondo al gato tras el baño para evitar la humedad en su piel, para conseguirlo, es aconsejable retirar a fondo el agua y la humedad del cuerpo del gato con toallas tras el baño. Si tolera el secador, conviene utilizarlo para asegurarnos de que el pelo queda bien seco.

6- Sesión de peluquería. Una vez que el pelo del gato está limpio y seco conviene cepillarlo para evitar que se formen nudos, sobre todo si tiene el pelo largo.

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