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bullying
Tribuna
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Cuando el acoso supera las fronteras del patio del recreo

Las nuevas tecnologías han conseguido no solo un acceso masivo a la información, sino una limitación de la privacidad, sobre todo en el caso de los más jóvenes

JOSEP LLUIS SELLART

Las nuevas tecnologías han conseguido no solo un acceso masivo a la información, sino una limitación de la privacidad, sobre todo en el caso de los más jóvenes. En los últimos meses han surgido multitud de casos de acoso escolar que, superando las barreras del patio del recreo, se han convertido en problemas más generales que involucran no solo a los niños, sino a padres, profesores y el colectivo estudiantil en general.

El bullying, pese a lo que muchos creen, ha existido siempre. En todos los colegios e institutos ha habido siempre grupos que, por popularidad o condición social, han presionado de una manera u otra a sus compañeros. Entonces este problema se quedaba en el propio centro y el hogar de los afectados, no trascendía más allá de esas pequeñas fronteras.

Sin embargo, las nuevas tecnologías han hecho que el acoso se convierta en algo público. Una pelea en el patio del colegio, una zancadilla en el pasillo o una burla en el autobús de la ruta puede ser ahora grabado y enviado a multitud de contactos y amigos de redes sociales, por lo que el problema de uno se traslada de manera rápida a la totalidad de la población. Ya no existe el anonimato de las víctimas, lo que otorga más poder a los acosadores, que ven como su acto es conocido y reconocido por muchísimas más personas.

En este caso la víctima siempre pierde. El acosador se apoya justo en la versión contraria, y es que mientras desvela la identidad del niño maltratado, él mismo puede proteger su autoría, es decir, la pantalla del móvil o del ordenador le da la valentía suficiente para llevar a cabo este tipo de acciones. Se siente protegido por la distancia y considera que puede salir impune de cualquier acto.

Y este es el principal motivo por el que las fotografías y conversaciones de contenido sexual son cada vez más frecuentes. La presión ejercida aquí juega no con la integridad física de la víctima (la mayoría chicas), sino con su reputación y vida privada. Deben, por tanto, comprender que el contenido que se sube a redes sociales, queda guardado de manera permanente, y que en el momento en que se envía pierden el control total de esa información. En este caso en particular, las técnicas de paternidad proactiva indican que debemos trasladarle a los niños desde pequeños que su cuerpo debe protegerse, que solo le pertenece a sí mismo y que solo han de ofrecer la información que ellos consideren oportuna. Los padres no podemos evitar que nuestro hijo sea acosado, pero sí hemos de generar un clima de sinceridad en el hogar que les anime a denunciar cualquier acto perjudicial en el mismo momento en que lo sufran. En este aspecto, la empatía es un pilar esencial para la prevención de este tipo de acoso, es decir, ha de estar basada en el desarrollo e inteligencia emocional del niño, saber entender su situación le ayudará a afrontarla y superarla.

Además, es esencial educarles en la protección de su entorno, es decir, que sean capaces de contar a algún adulto (padre o profesor) que alguno de sus amigos está siendo víctima de algún tipo de ataque. No ha de verse como un “chivato”, sino como un verdadero amigo.

En última instancia, el acoso solo puede evitarse a través de la prevención. La formación al respecto ha de ser un tema obligatorio, tanto en las familias como en los propios centros escolares. De nada sirve arreglar un problema concreto si no somos capaces de sembrar la semilla que lo elimine por completo en un futuro.

*Deanna Marie Mason, experta en salud y educación familiar

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