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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Soy una abeja

¡La Colmena Que Dice Sí! tiene 100 puntos de venta en España

En España los consumidores de ¡La Colmena Que Dice Sí! han pasado de 9.000 a 20.000 en un solo año.
En España los consumidores de ¡La Colmena Que Dice Sí! han pasado de 9.000 a 20.000 en un solo año.

Soy cliente de un supermercado que es un drive. Tan práctico esto de comprar online, llegar con el coche al súper y que tan pronto como te aparcas alguien aparezca y te cargue el maletero con la compra ya hecha. Casi como por arte de magia. Casi sin mediar palabra. Así que no era difícil para mí interesarme por ¡La Colmena Que Dice Sí! porque es la misma lógica del drive sólo que venden exclusivamente productos locales (en mi caso, de un radio de hasta 100 km) y encima la venta se hace con el buen rollito del mercado semanal en la plaza. A la Colmena no voy en coche, sino en bus y lo que cargo es mi carrito de la compra. Cada uno de los productores está presente en el momento de la venta, que es sólo un día a la semana en una franja horaria precisa. Se cruzan palabras y miradas entre vendedores y clientes e incluso a lo mejor se comparte un vinito con uno de los productores o con otro comprador. Porque el intercambio de bienes entre productores y consumidores se hace en mi caso en un bar-restaurante del barrio.

El primer día que fui el productor de patatas iba vestido con su mono verde de trabajo. Se diría que llegaba directamente del campo y que a la puerta había aparcado el tractor. Estaba acodado sobre la barra del bar degustando un vinillo. Así que la productora de manzanas se encargó de servirme mi compra, la bolsa de manzanas que le había encargado, y también las verduras del productor de patatas. No íbamos a molestar al buen hombre. A fin de cuentas, ya son colegas o quizá incluso amigos. La responsable de la «Colmena de Tours centro» (Francia), donde voy a surtirme de productos locales e incluso algunos bio, se llama Marjorie y es un encanto de mujer. El Responsable de una Colmena se encarga de buscar productores y productos para poner a la venta, de organizar la cesta de la compra de cada uno, de enviar mails para que no se nos pase verificar la cesta online y sobre todo es la responsable de crear un buen ambiente.

Se diría que en vez de cruzar la puerta de un bar que hace las veces de tienda me acabo de colar en una fiesta donde la anfitriona es un amor. Ella conoce a muchos clientes por su nombre de pila y a algunos acierta a preguntarles por algún evento personal que retuvo de la conversación de la semana pasada. Se nota que Marjorie está en su salsa. Ella ha abierto ya 2 Colmenas en 2 ciudades colindantes y no me extrañó para nada su respuesta cuando le pregunté qué es lo que más le gusta de la experiencia de ¡La Colmena que dice sí!: la relación con los otros, el buen rollete.

¡La Colmena Que Dice Sí! nació en Francia en el 2011 y se implantó en España poco tiempo después, en el 2014. En nuestro país participan 317 productores, 20.000 consumidores y hay 100 Colmenas abiertas o en construcción en Madrid, Barcelona, Castilla y León, Bilbao, Andalucía y Valencia. ¡La Colmena que dice sí ! es un fenómeno en España porque el número de consumidores ha pasado de 9.000 a 20.000 en sólo un año (de enero 2016 a enero 2017). Y va ganando posiciones a escala europea. Hoy en día cuenta en total con más de 950 colmenas, 5.000 productores locales y 600.000 consumidores en Francia y España, pero también en Bélgica, Italia, Alemania y el Reino Unido.

Es una experiencia que pone en relación la modernidad y la utilidad de las nuevas tecnologías (sobre todo internet) con la filosofía de las tradicionales cooperativas de consumo de toda la vida que priman la compra de productos locales. Las ventajas son múltiples: poder comprar por internet, desde casita y a cualquier hora del día y de la noche. Y hacerlo sin obligación de compra mínima ni de permanencia. Disfrutar de la experiencia del mercado, donde puedes interactuar con el productor que está delante tuyo. Si tienes prisa, recoges tu compra y te vas, como en un drive cualquiera. Y si no, te quedas un rato, lo que dura una copa para paladear los buenos productos y el buen ambiente.

La verdad es que cerca de mi casa se monta y se desmonta cada jueves un mercado de productos locales pero no es tan práctico como la Colmena. De entrada, no siempre me va bien pasarme el jueves por ahí. A veces voy y no encuentro lo que esperaba y acabo comprando de manera compulsiva más que reflexiva. Es una compra siempre imprevisible. Otras me planto ante el vendedor de aceitunas y frutos secos y me tiro una buena media hora antes de ser servida porque hay una cola kilométrica. Y a veces incluso renuncio a los olivas y a los pistachos porque no tengo tiempo ni ganas de hacer cola.

Las abejas, así nos llama Marjorie a los clientes en los mail que envía cada semana, salimos ganando porque sabemos de dónde viene esa patata que acabamos de comprar. Y si tenemos alguna queja, las abejas también sabemos a quién tenemos que dirigirnos. Para los productores es una posibilidad de venta interesante puesto que son ellos mismos quienes establecen sus propios precios y sus condiciones de comercialización. El Responsable de la Colmena, Marjorie en mi caso, se queda con un 8,35% de las ventas por su trabajo de gestión, organización y comunicación. Y el equipo global de la Colmena que gestiona la plataforma web se queda con otro 8,35% sobre el total de las ventas.

La Colmena no prioriza los productos 'bio'. De hecho consideran que «un producto que es 'bio' pero que viene de lejos, es poco 'bio' pues la huella medioambiental que está teniendo con el transporte resta mucho a esta etiqueta. Si encima se vende a través de los supermercados, es un producto lleno de intermediarios que se ganan un margen de ganancia de más del 60%, a costa del productor.» Por eso uno de sus pilares es el producto de proximidad, tanto en lo que se refiere a la proximidad comercial, es decir, la eliminación de intermediarios, como a la proximidad geográfica. Afirman que comprar local refuerza la economía local y en concreto la agricultura de la región. Es una pequeña ayuda, pero ayuda en todo caso para fijar a los agricultores en el territorio. Y para el consumidor supone acceder de manera sencilla a un producto de mayor calidad y le permite contribuir a reducir el transporte, los embalajes y los residuos asociados.

He descubierto que soy una abeja y me siento feliz de serlo. Ojalá que entre todas las miles de abejas consigamos polinizar suficientemente a nuestro alrededor para cambiar el modelo dominante de consumo y pasar definitivamente de la compra de alimentos en el hipermercado impersonal a la compra en la Colmena personal y rural.

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