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Columna
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Decentes

Muchas mujeres se reunieron en diversas ciudades del país y, bajo la aparente defensa de un derecho demodé -el topless-, defendieron algo importante: la soberanía del cuerpo

Leila Guerriero
Mujeres participan en una protesta contra la prohibición de hacer "topless" en Buenos Aires (Argentina).
Mujeres participan en una protesta contra la prohibición de hacer "topless" en Buenos Aires (Argentina). DAVID FERNÁNDEZ / EFE

El 31 de enero de 2017, en Buenos Aires, Belén Torres, de 20 años, que trabajaba para el anestesista Gerardo Billiris, de 40, les dijo a sus padres que se quedaría a dormir en casa de su hermana pero se quedó en la de él que, lleno de drogas, la molió a golpes. Un vecino la salvó de la muerte. Hubo indignación pública aunque, por lo bajo, muchos dicen que, por pasar la noche en casa de ese hombre, por consumir con él algo de droga, ella se lo buscó. Pocos días antes, tres mujeres se habían quitado el sostén en una playa de Necochea y 20 policías amenazaron con detenerlas acusándolas de “provocar” en el mismo tono que usan ciertos padres para reconvenir a hijos díscolos. En repudio a la situación, se realizó una convocatoria llamada Tetazo:muchas mujeres se reunieron en diversas ciudades del país y, bajo la aparente defensa de un derecho demodé —el topless—, defendieron algo importante: la soberanía del cuerpo. Si marchas como Ni una menos cuentan con el apoyo de todos, esta acción, más revulsiva, más intragable, repleta de feministas, de lesbianas, de mujeres con los pechos desnudos, levantó ampollas. No tardaron en llegar los correctivos. Un músico dijo que había sido una manera de protestar “bastante fea” y la comparó con una marcha de hombres mostrando el pene. Una cantante dijo que la protesta la deprimía “como mujer”. En un programa de televisión, un hombre se enervó diciendo que la mujer debía “guardar decoro”, y una locutora sostuvo que la violencia de género es consecuencia de que el hombre reacciona desconcertado al ver cómo el “pilar de la familia” se pasa el día fuera del hogar. Así fue como, gracias a que tres mujeres se sacaron el corpiño, quedó claro qué es lo que va a suceder: van a seguir matándonos salvo que entendamos, de una vez por todas, que nuestra obligación es ser decentes, cuidar las formas y dejar las tetas guardadas en casa.

 

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Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

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