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Pirita crianza 2012, el vino de Carlota

fotografía de Leandre escorsell Estilismo de Anna Vallès

CUANDO LA NATURALEZA se impone, cuando los valles y terrazas del Duero proponen al hombre que observe y se adapte, surgen vinos como los de Almaroja y viticultoras como Carlota (Charlotte) Allen. Ella se ha mimetizado entre los almendros, olivos y cepas de sus tierras. Ella ha entendido que las orientaciones de los viñedos apenas importan aquí porque la riqueza se encuentra en la mezcla de tierras, tipos de uva y climas. Pirita crianza 2012 necesita tiempo y paciencia para acabar regalando su sonrisa infinita. Parece salvaje y algo rústico, pero es largo y delicado. Su acidez taladra y su verdad salpica. Humedad y arándanos rojos a borbollones. Confitura de endrinas. Gajos de naranja bañados en chocolate negro. Musgo en la piedra que marca el hito entre tierras. Es un vino poliédrico y mutante, que muestra las caras de la robustez y tiene la capacidad de penetrar. Daga de fruta, cuchillo de tierra, misterio de la niebla azul: el aroma del vino nos guía, certeros, en la bruma.

Ficha técnica. DO Arribes, con 14% de alcohol. Cepas en vaso, mínima intervención (biodinámica) y la fascinación del multivarietal: rufete, juan garcía, tempranillo, garnacha tintorera, bruñal, gajo arroba, tinta jeromo, tinta madrid, bastardillo serrano y chico. 24 meses de crianza en barrica. Denle tiempo. Precio: 12,50 euros.

Sensaciones. La pirita es el oro de los pobres. Gracias a las cepas de Carlota, se convierte en el más atractivo de los minerales: su vino sabe a piedra, a suelos antiguos y a un tiempo en que los caminos entre viñedos habían desaparecido. Ella los reencuentra.

A través del cristal. Tabla, boles y pinza de Natura Casa. Decantador y copas de Spiegelau.

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