Inflación disparada
La subida de precios en enero, muy por encima de Europa, empieza a dañar la competitividad
Después de un prolongado periodo deflacionista, la economía española parece haber entrado en una etapa de crecimiento de los precios que puede dañar todavía más la débil situación de las rentas salariales. En enero de 2017 la tasa de inflación interanual se disparó hasta el 3%, debido, como era previsible, al crecimiento incontrolado del precio de la electricidad, de los carburantes y de los alimentos frescos. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Economía, Luis de Guindos, se han apresurado a poner los parches correspondientes, cuya escasa eficacia es poco tranquilizadora. La primera se ha limitado a declarar que el Gobierno vigila atentamente, quizá con ojo de halcón, la inflación subyacente (todavía en el 1%); el segundo ha comunicado que se prepara un decreto de desindexación de precios, perfecto para evitar que se propague la inflación, pero claramente inútil si lo que se pretende es garantizar el poder adquisitivo de los salarios.
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El aspecto más grave de los precios españoles en enero radica en que están muy por encima de los europeos. Concretamente, 1,2 puntos por encima, lo cual significa que la producción está perdiendo aproximadamente esa brecha en competitividad. De nuevo aparece otro indicio grave de que la economía española entró en la crisis con graves desequilibrios (precios, déficit, rentas, presión fiscal) y ha salido de la crisis con los mismos desequilibrios, quizá aumentados. Las debilidades estructurales no se han corregido.
El Gobierno, tan proclive a la retórica de las reformas (entendidas siempre como recortes de servicios públicos o de protección social) podría hacer honor a su verbalidad reformista y preparar más cambios de envergadura, de los que liberalizan los mercados y permiten bajar los precios que paga el consumidor. Si repasa las causas de la incontinencia inflacionista de enero —que probablemente se prolongarán durante meses— advertirá el equipo económico que es necesario reformar los mercados energéticos para que cuando los precios suban lo hagan en escalas similares a los de Europa. Oportunidades tiene; lo que le falta es capacidad política para enfrentarse al problema.
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