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La osadía de fabricar cerveza en un país musulmán

Madees Khoury se ha convertido en la única maestra cervecera de Palestina

Madees Khoury, la única maestra cervecera de Palestina.
Madees Khoury, la única maestra cervecera de Palestina.Fadi Arouri

En pleno centro de Cisjordania, una griega y su marido, un palestino refugiado en Estados Unidos, decidieron, tras el proceso de paz en Oslo, levantar una fábrica de cerveza en un lugar donde el 95% de la población es musulmana (no beben alcohol) y donde sufren todas las políticas de ocupación israelí: conflictos en la zona, restricciones, controles militares... Un trabajo arduo de años que al final ha llegado a tener éxito. María y Nadim han triunfado. Ahora, esta mujer menuda e hiperactiva viaja por Europa dando a conocer el proyecto.

Toda la familia vive del negocio y han creado puestos de trabajo en un lugar donde los palestinos tienen serias dificultades para vivir. Cortes de agua, largas horas para cruzar los controles y poder llevar la mercancía hacia un puerto israelí para exportar su cerveza, son problemas cotidianos. “Tardamos más en ir de Taibeh al puerto israelí que posteriormente ir del puerto hasta Japón”, explica María. Como toda Cisjordania, la gente de Taibeh perdió vastas porciones de su tierra debido a la presencia de tres colonias israelíes ilegalmente asentadas sobre tierras privadas palestinas.

María Khoury.
María Khoury.Mercè Rivas

Maria Khoury conoció a Nadim en la Universidad de Boston. Él era un refugiado palestino con la ilusión de volver algún día a su tierra. María y los acuerdos de Paz de Oslo de 1993 hicieron el resto. Aquel momento histórico, que finalizó en un auténtico fracaso, despertó mucha ilusión y esperanza en el pueblo palestino. María y Nadim decidieron dejar Estados Unidos y trasladarse al pueblo de Taibeh, a escasos kilómetros de la actual capital palestina Ramalah.

En 1995 comenzaron a construir algo insólito para muchos, la primera cerveza hecha en Palestina, y ha dado resultado: exportan a varios países como España, Dinamarca, Gran Bretaña, Suecia, Alemania, Japón o Italia; un añadido al consumo que también hace la población local —no solo los cristianos— a través de los puntos de venta cristianos en Cisjordania y Jerusalén. Producen alrededor de 600.000 litros al año de seis tipos diferentes (negra, rubia, ámbar, blanca, una light y una sin alcohol, la Halal). Ahora, su hija Madees ha cogido las riendas de la empresa y se ha convertido en la primera, y única, maestra cervecera en Palestina.

Cada año (excepto en 2014, por respeto a las víctimas de los bombardeos israelíes en Gaza) celebran su particular Oktoberfest, una fiesta donde todo el pueblo, más gente procedente de toda Cisjordania o West Bank, acude para levantar un botellín cuya etiqueta reza "La cerveza más fina de Oriente Medio", y que sirve para promocionar la marca, pero también para dar a conocer otros productos de la zona.

Muchas piedras en el camino

La vida de María y Nadim ha estado llena de dificultades. Para fabricar cerveza, como para fabricar cualquier cosa, necesitan agua, en su caso mucha agua, y tienen cortes de hasta cinco días por parte de Israel, que controla los manantiales y el río Jordán. La familia en pleno almacena agua en grandes tanques en previsión de los cortes. Eso mismo es lo que hacen cientos de miles de ciudadanos palestinos en cada una de sus casas. Nunca se sabe cuándo puede llegar el corte. Las azoteas de West Bank están llenas de depósitos de agua.

Uno de los carteles del Oktoberfest de Taibeh.
Uno de los carteles del Oktoberfest de Taibeh.

La aldea ha perdido el control de Ein Semja, la más importante fuente de agua de la zona. Al alimentar a las colonias, durante la estación seca (de mayo a octubre) la aldea palestina solo recibe agua una vez por semana; el reflejo una realidad generalizada, ya que la población palestina recibe apenas entre el 15% y el 20% del agua de toda Cisjordania, según un informe de Amnistía Internacional.

Tras la aventura de la cerveza, la familia comienza a trabajar con el vino, importando la uva que falta de los cultivos de Cisjordania; su primera producción aterrizó en el mercado en diciembre de 2014. La competencia es baja, en la zona solo hay otros productores de vino, los hermanos salesianos del monasterio de Cremiso y algunos colonos israelíes instalados en la zona.

De las barricas de roble de los Khoury, fabricadas en Francia e Italia, salen cada año entre 30.000 y 35.000 botellas de cabernet sauvignon, merlot y syrah, tanto de vino blanco como tinto. Más al sur, cerca de Hebrón, la ciudad que más sufre la ocupación israelí, los Khoury cultivan la zeini, una casta local, que da un vino perfumado y un poco ácido.

Trabajadores elaborando vino en Cisjordania.
Trabajadores elaborando vino en Cisjordania.Fadi Arouri

Para redondear el negocio, la familia ha abierto un hotel en la montañosa Taibeh (sus 1.300 habitantes son cristianos) con vistas al valle del Jordán y a quince minutos de Jerusalén —siempre que no tengas que esperar alguna hora que otra en el check point de entrada a la capital—. Proyectos de este tipo hacen que muchos palestinos puedan trabajar cerca de sus hogares sin necesitad de sufrir a diario controles que convierten los 15 kilómetros que los separan de Jerusalén en un viaje eterno.

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