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Por qué mi hijo puede comer cacahuete ahora y antes no

Nuevas recomendaciones de EE UU aconsejan dar este alimento a los bebés de cuatro a seis meses con predisposición alérgica

Carolina García
getty (Alergias alimentarias)

La regla hasta ahora era clara: no dar frutos secos a tu pequeño/a hasta los tres años. Por dos razones: una posible alergia y alto riesgo de atragantamiento. Pero, al parecer, esta directiva podría cambiar. Las nuevas recomendaciones que llegan desde Estados Unidos, elaboradas por el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas del país (NIAID), hacen un “llamamiento a los padres para que les den alimentos que contengan cacahuete lo más pronto posible -sobre los cuatro o seis meses-, como una manera eficaz de evitar alergias en el futuro”. Según los expertos en salud, “los niños que empiezan a tomarlos en estas etapas y continúan hasta los cinco años, tienen una probabilidad del 81% de no padecer la alergia a este fruto seco”. Estas conclusiones fueron determinadas tras “el estudio aleatorio de más de 600 menores”.

Los expertos estadounidenses recomendaban no dar a los pequeños con alto riesgo de alergia los cacahuetes hasta los tres años, indicación que fue sugerida en el año 2000 por la Asociación Americana de Pediatras. Las nuevas indicaciones que nos llegan desde EE UU van, sobre todo, dirigidas a los niños con eccema severo, alergia al huevo o que padecen ambas cosas. Según los expertos, estos tres aspectos producen un riesgo alto de padecer alergia a los cacahuetes. “Estos menores deben incluir en su dieta, de los cuatro a los seis meses de su vida alimentos que contengan cacahuete, en polvo, crema o concentrado", explican. Nunca enteros por el peligro de ahogamiento. "Tanto padres como profesionales de la salud deben hacer pruebas para comprobar que el niño puede comerlo de forma segura, mediante análisis de sangre o pruebas de piel”, argumentan. “Si el eccema es moderado, la introducción del alimento debería ser a los seis meses. Si los niños no presentan ningún síntoma se les puede introducir cuando los padres o su médico lo recomienden”, indican.

Un estudio, publicado el pasado septiembre en el Journal of the American Medical Association (JAMA), también concluía que "cuando los bebés comen ciertos alimentos pronto -como los huevos y los cacahuetes- son menos propensos a desarrollar alergias". Las recomendaciones de estos investigadores eran introducir los cacahuetes desde los cuatro a los 11 meses. Los investigadores analizaron unos 146 estudios al respecto. Según se explicaba, la incidencia de niños alérgicos se ha duplicado en EE UU en los últimos años. Aunque también sugerían que era necesaria más investigación al respecto.

“Vivir siendo alérgico a los cacahuetes, requiere una vigilancia constante. Prevenir el desarrollo de esta alergia puede salvar vidas a muy bajo precio”, explica el director del NIAID, Anthony S. Fauci, en un comunicado. “Esperamos que las nuevas indicaciones mejoren la prevalencia del desarrollo de esta alergia”, termina Fauci.

"Efectivamente, hoy en día, en los niños con riesgo alérgico, con algún miembro de la familia que también la padece o la ha padecido, no se recomienda retrasar la introducción de alimento. Sobre la base del estudio mencionado, la introducción de productos con cacahuete a partir de los cuatro meses podría disminuir las tasas de alergias alimentarias. En niños alérgicos, se podría hacer la introducción en función de pruebas alérgicas y de tolerancia, que nos indican los niveles que son seguros para cada individuo, antes de comenzar la inducción. Si se puede, es mejor intentar introducir el alimento, que el niño empiece a tolerar pequeñas cantidades que obviarlo por completo", asegura el doctor Pedro Ojeda, alergólogo y secretario de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología clínica. "La recomendación que llega de EE UU, va más en consonancia con los datos que se saben ahora y se basan en la evidencia científica. La indicación anterior, de los ñtres años, no se basaba en nada", añade este experto.

Entonces, ¿qué deben hacer los padres?, ¿esperar a dar cacahuete a su hijo hasta los tres años o hacerlo a los cuatro meses? ¿Cuándo es lo correcto? Muchas veces reina la confusión entre los padres.

"Ahora podríamos pensar en el síndrome de muerte súbita. Y pensar cuantas veces ha variado la forma de acostar a nuestros pequeños en la cuna. Primero bocabajo, luego de lado, ahora bocarriba, nada nos indica que la nueva directiva de EE UU, no vaya a cambiar", asegura Juan Revenga, Dietista-Nutricionista y Biólogo en la Universidad de Navarra. "No tengo toda la información", prosigue, "pero introducir un alimento poco a poco, efectivamente, podría preparar al sistema inmune a que lo tolere mejor, pero puede que no sea la panacea". "Por ejemplo, lo mismo que está ocurriendo ahora con los cacahuetes ocurrió con el gluten hace tiempo. Hace unos ocho años, no se podía introducir este alimento hasta los dos años de vida del menor, ahora los médicos lo recomiendan cuando el bebé comienza con la alimentación complementaria", explica Revenga.

Otras veces, lo que leen los padres y lo que aconsejan los expertos no es lo mismo, pero, normalmente, el cambio anunciado por los distintos investigadores se debe a la evidencia científica actual. "Algo que concluye que lo se ha descubierto ahora, es mejor que lo anterior", sostiene Revenga. "Es lo que yo denomino La maleta de Asimov, o por qué lo que ayer era bueno hoy es malo (y viceversa). Para Asimov todo lo que hoy por hoy se sabe a ciencia cierta, el Conocimiento humano y por tanto aquel al que se accede a través de la investigación, puede verse como el contenido en una maleta de viaje. El viaje representa el paso de los años y la ropa que contiene la maleta el conocimiento en sí. Así, conforme pasan los años la ropa de la maleta se va renovando, envejece, se adquiere otra nueva", escribe el experto en su blog. Isaac Asimov era un bioquímico y prolífico escritor especializado en ciencia ficción, en divulgación científica y en historia (entre otros temas), según explica Revenga.

Las distintas indicaciones por parte del médico hacen que muchas veces los padres estén un poco perdidos a la hora de decidir qué hacer. "Desde nuestra experiencia, cada médico tiene su opinión y su manera de trabajar. En nuestro caso, en la Seguridad Social nos recomendaron obviar el huevo totalmente, son muy cautos, mientras que en la medicina privada nos animaron a hacer la terapia de inducción. Probamos a los tres años, pero no funcionó. A los cuatro y medio, mi hijo ya tomaba huevo cocido. Ahora con 10, ya puede tomar tortilla muy cuajada", explica Pablo García, padre de un niño alérgico al huevo y la leche -también al kiwi y plátano- y miembro de Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex. "La inducción temprana, cuanto antes se haga, puede ayudar a que el sistema inmune acabe con la alergia de forma espontánea. Pero hay poca información todavía sobre las alergias alimentarias, y alguna es confusa. Además, cada caso es único", termina García.

"Con respecto a una atención más de tipo individual, los padres tienen que ser conscientes del centro en el que están siendo atendidos, que tipo de especialista lleva su caso y la trayectoria profesional de ese centro. Por otro lado, siempre las segundas opiniones son muy difíciles, tanto en lo que se ha publicado como en lo personal", retoma el doctor Ojeda. "Desde mi experiencia, si el pequeño tiene un nivel bajo de reacción, sí que me atrevo a prescribir una prueba de tolerancia que luego lleve a la provocación y así averiguar el umbral de respuesta del pequeño a la alergia alimentaria. Con nivel bajos de alergia, hay que intentar inducir ya que se obtiene mejor resultado", concluye este experto.

¿Tiene mi hijo alergia a un alimento? ¿Cuáles son los síntomas?

"Los síntomas son distintos y van a depender de la edad del niño. Si es bebé, habrá rechazo al alimento, al biberón o al huevo. Los síntomas son urticaria, ronchas en todo el cuerpo y vómitos como a los 10-15 minutos de la ingesta. Esto puede indicar que hay una alergia. En niños más mayores suelen parecer también las ronchas, dificultad para respirar, dolor de tripa, abdominal... hasta problemas graves. Normalmente, cuando nos damos cuenta, la primera vez que ocurre, no suele ser fatal, aunque si puede ser un gran susto para los padres", explica Pedro Ojeda.

Las encuestas alimentarias realizadas a la población general, muestran que la prevalencia de alergia a los frutos secos se sitúa cerca del 1% de la población. Cabe decir también, que mientras en países como en EE UU y en Francia el cacahuete es uno de los alimentos más implicado habitualmente, en otros países como en España parece ser una causa menos frecuente. En Europa la avellana es el fruto seco que más problemas alérgicos ocasionan y en España, hay estudios que señalan a la almendra y la nuez como los más frecuentes, según explica la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex en su web.

Cualquier fruto seco puede dar alergia. Los más frecuentes son los cacahuetes, las nueces y las avellanas, principalmente porque son los que más se consumen. Las reacciones alérgicas a estos alimentos pueden provocar síntomas de diferente intensidad, como prurito oral o general, estornudos, lagrimeo o enrojecimiento cutáneo, hasta síntomas más intensos de urticaria, angioedema e incluso choque anafiláctico, según explican desde la organización.

Los primeros síntomas de una reacción son: el goteo nasal, una erupción en todo el cuerpo u hormigueo en la lengua. Estos pueden empeorar rápidamente causando, entre otros problemas, "dificultad para respirar, inflamación de la garganta u otras partes del cuerpo, rápido descenso de la presión arterial, mareos o pérdida del conocimiento, entre otros síntomas", añaden desde la asociación.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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