_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Empezar

No tengo nada porque nada me hace falta para lo que tengo que hacer: mi tarea no necesita de adornos

Leila Guerriero
Fotograma de la película ‘El cielo sobre Berlín’ de Wim Wenders.
Fotograma de la película ‘El cielo sobre Berlín’ de Wim Wenders.

¿Qué es un fin? ¿Qué es un principio? “Cuando el niño era niño” —decía la voz del poeta en la película Der Himmel über Berlin, de Wim Wenders— “no tenía opinión sobre nada, / no tenía ninguna costumbre, / se sentaba en cuclillas, / tenía un remolino en el cabello / y no ponía caras cuando lo fotografiaban”. He vuelto —solo para escribir— al departamento donde todo comenzó. Al sitio donde viví con una planta de jazmines como toda compañía. Aquí, hace años, mirando a través de esta ventana por la que ahora miro, en un febrero de infierno, con paro de metro y calor de cuarenta grados, en jornadas que iban de las siete de la mañana hasta las doce de la noche apenas interrumpidas por siestas crucifijas de veinte minutos, escribí un libro, el primero. Aquí, antes de eso, me hice periodista tecleando con jactancia en una Lettera portátil que aún conservo. Aquí canté a gritos, con amigos salvajes, canciones que hablaban de nosotros: de nuestra soledad y nuestro tedio. Ahora no hay nada, salvo el aroma de las casas cuando están vacías durante mucho tiempo: un olor al fondo de la vida, el olor seco que dejaría el mar si se retirara del mundo. Puedo contar los objetos que traje: un cepillo de dientes, un dentífrico, un jabón, una toalla, un vaso, un tenedor, un escritorio, una silla, la computadora. No hay adornos, ni libros, ni lavarropas, ni cortinas, ni alfombras, ni cama. No tengo nada porque nada me hace falta para lo que tengo que hacer: mi tarea no necesita de adornos. Estoy sola con ese animal caprichoso, esa fuerza que me ha traído de regreso. La escritura, mi patria tirana. Aquí, después de haber estado en tantas partes, y con tantos, permanezco, espero. Dejar atrás es, ahora, la forma de ganarlo todo. Regresar, la única forma de seguir adelante. Aquí, donde todo comenzó, escribo. Empiezo. Allá vamos. (Qué curiosidad).

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_