Kirmen Uribe y Txomin Letamendi. Una familia en busca de autor
A VECES los escritores buscan historias y otras son las historias las que esperan a un autor. La última novela de Kirmen Uribe, La hora de despertarnos juntos, pertenece a la segunda categoría. La frase de Carlos Fuentes que Uribe ha elegido para dar la bienvenida al lector lo resume todo: “Conocía la historia. Ignoraba la verdad”.
La vida de la familia Letamendi Urresti latió durante años alrededor de Uribe mientras crecía por las calles de la localidad vizcaína de Ondarroa. Ikerne Letamendi Urresti era amiga de su madre desde la infancia y, por otro lado, uno de los amigos más cercanos de la cuadrilla de Uribe, Aitzol, le dijo en más de una ocasión: “Tienes que grabar a mi tío. Su historia da para hacer una novela”.
El tío se llama Txomin Letamendi, es hermano de Ikerne, y sonríe al lado del escritor –uno de los autores en lengua vasca más leído, traducido y galardonado– con la campechanía que da haber conocido a alguien desde que iba en pantalón corto. Los separan casi 30 años, pero les une un lazo que ya será indisoluble: haber recorrido juntos la vida de una familia cuyo rastro retrata momentos clave de la historia del País Vasco y del mundo desde los años veinte hasta la muerte de Franco y descubrir en paralelo los secretos de unos personajes y un tiempo, y los de un padre casi desconocido.
“A mí me gusta escribir novelas sobre lo que no sé”, explica Uribe, “y los cuatro años de investigación sobre esta familia y la época han sido increíbles: desde el renacer cultural del Bilbao de los años veinte, a la Guerra Civil, el exilio, los principios de ETA… Que una familia de mi pueblo de toda la vida esté relacionada directamente con la red Comète; el lehendakari Agirre; Manu Sota, que fue delegado del Gobierno vasco en el exilio en Nueva York, y hasta con el mismo Franklin Delano Roosevelt y su vicepresidente, Henry Wallace…, uf, es muy fuerte”.
"A mí me gusta escribir novelas sobre lo que no sé y los cuatro años de investigación sobre esta familia han sido increíbles".
Txomin cuenta con alegría y también con ternura que él y sus dos hermanos, Ikerne y Patxi, han hecho la propia reconstrucción de su vida. “Mi padre era músico de la orquesta sinfónica de Bilbao y la guerra le hizo miliciano y comandante de gudaris, murió en la cárcel de Carabanchel. Lo estamos viendo todos los días…, cuando llega la guerra, donde sea, se lleva todo por delante”. Autor y personaje no pueden evitar mirar a sus espaldas y observar el cuadro Noche de artistas en Ibaigane, de Antonio de Guezala, que forma parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao. La obra retrata una fiesta de la alta burguesía y artistas bilbaínos del sábado de carnaval de 1927. Al fondo, una orquesta, y visto más en detalle, un trompetista, uno de los protagonistas de la novela: Txomin Letamendi padre.
Kirmen Uribe rememora que el momento que más le emocionó fue encontrar la prueba de que Txomin Letamendi padre había trabajado para la Office of Strategic Services (OSS), los servicios secretos de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Apareció buceando por Internet entre unos papeles de la CIA desclasificados en 2013 y subidos a la Red hace solo un año. El documento se titulaba The mission of Letamendi y el informe dice: “De Txomin Letamendi nadie sabe nada y nadie lo sabrá”. El libro de Kirmen y los recuerdos de su familia se han confabulado para desmentir para siempre esta frase lapidaria.
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