¿Enrolla los calcetines en una bola o los dobla? Da igual, lo está haciendo mal
Existe un técnica japonesa que plantea un método mejor para plegarlos y que ocupen menos. En lo de emparejarlos correctamente no podemos ayudarle
Eche un vistazo a su cajón de los calcetines. ¿Qué ve? Probablemente un batiburrillo de piezas desparejadas o, si es una persona medianamente ordenada, un montón de bolas de calcetines. ¿Todo en orden? No, porque según este vídeo tutorial habría estado todo este tiempo doblándolos mal. Los japoneses, que en esto del orden van a la cabeza, nos muestran la técnica que hemos de seguir:
Fácil, ¿verdad? A partir de ahora, nada de crear ovillos con los calcetines. El secreto de un cajón ordenado reside en crear una especie de cuadrados con las dos prendas e ir colocándolas unas junto a otras. Vendría a ser una especie de Origami —el arte japonés del plegado de papel— aplicado a los calcetines, que ha recuperado en YouTube con notable éxito la islandesa Klara Egilson.
Marie Kondo, gurú del orden y autora de La magia del orden, defiende en su libro y en sus vídeos, una técnica similar. En su caso solo cambia el modo de doblarlos. Para Marie Kondo “la verdadera vida comienza después de poner tu casa en orden” y al entender que debemos deshacernos de los objetos que nos rodean "cuando ya no nos hacen felices".
En este otro vídeo se muestra cómo deberían ser doblados al estilo Kondo, una filosofía con millones de seguidores en todo el mundo. Para ello se utilizan dos modelos de calcetines —cortos y largos— y unas medias. Una vez dobladas las prendas, según Kondo, deben estar siempre en fila cuando las guardamos en el armario, nunca apiladas.
Ordenar o no ordenar, he ahí la cuestión
Mantener la casa en orden y limpia nos produce cierto relax, pero ¿siempre debe ser así? ¿Qué es mejor: ser ordenado o desordenado? Según la ciencia, en un ambiente de trabajo, cierto desorden contribuye a fomentar la creatividad y a que se generen nuevas ideas.
En el libro A perfect mess, Eric Abrahamson y David H. Freedman explican que el desorden en realidad tiene ciertas ventajas y que de nada sirve intentar controlar lo incontrolable. Más bien debemos tratar de encontrar el equilibrio exacto en ese caos que rige el mundo y el universo.
En 2013 un estudio conducido por científicos de la Universidad de Minnesota (EE UU) y dirigido por Kathleen Vohs determinó que, en realidad, nuestro comportamiento sí que puede verse afectado por el orden o desorden que reina a nuestro alrededor. En su experimento pidieron a los voluntarios que hicieran varias tareas (elegir la merienda o donar dinero, por ejemplo) después de haber estado en una habitación limpia y ordenada o en una habitación desordenada.
El resultado fue que los primeros tendían después a hacer cosas más clásicas o lo que se suponía se esperaba de ellos. Los segundos, por el contrario, tenían una actitud más creativa. Quienes habían estado en la habitación limpia donaron más dinero para las ONG y los que pasaban por la desordenada, eligieron productos más nuevos e innovadores cuando les dieron la opción.
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