Mínima esperanza en Libia
La derrota del Estado Islámico en Sirte es un paso en la buena dirección
El final de 2016 trae un atisbo de esperanza a Libia, un Estado fallido desde que tras el derrocamiento y muerte del dictador Muamar el Gadafi en octubre de 2011 las diferentes facciones que se disputaban el poder, incapaces de lograr la unidad, sumieran al país en un caos al que se sumó la presencia del Estado Islámico.
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Ahora el ISIS ha sufrido su primera gran derrota en la ciudad de Sirte, una de las más importantes del país norteafricano y localidad natal de Gadafi, que había permanecido en su poder durante dos años aprovechando el vacío de poder en el país. Se trata de un hecho muy relevante no solo para Libia sino para Europa porque priva al yihadismo de una importante plaza desde la que actúa en el flanco sur de la Unión Europea. A pesar de la buena noticia, y como desgraciadamente está sucediendo allí donde actúa el ISIS, la ciudad donde sobreviven a duras penas unos 100.000 habitantes ya es solo en su mayor parte un amasijo de hierros y ruinas.
En paralelo, el país norteafricano, desde el cual han partido hacia Europa este año unos 200.000 inmigrantes y refugiados, va a recibir fondos procedentes de una estrategia combinada de la ONU y la Unión Europea. En principio serán unos 100 millones de euros para fomentar el retorno a sus países de origen de aquellos inmigrantes que hayan llegado a Libia pero que todavía no hayan realizado la peligrosísima travesía del Mediterráneo.
Estos dos hechos pueden parecer un escaso alivio para la desesperada situación en la que se encuentra Libia, pero aunque modestos, son dos primeros pasos en la dirección correcta. La estabilización política e institucional del país es fundamental tanto en términos de combate al yihadismo como para poder abordar de una manera realista la tragedia de las personas que quieren cruzar a Europa.
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