Al Sisi quiere ser el mejor amigo de Trump
El presidente egipcio confía en que EE UU estreche los lazos para combatir el islamismo
Durante la campaña electoral en EE UU, y más aún tras su sorprendente desenlace, mucho se ha escrito sobre la buena relación personal entre Donald Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin. Ahora bien, el líder ruso contará con un fiero competidor por las atenciones del presidente electo estadounidense en la persona del raïs egipcio, Abdelfatá al Sisi. Según un comunicado de la presidencia egipcia, Al Sisi fue “el primer líder mundial” en felicitar a Trump después de su victoria a través de una llamada telefónica, y ya le ha invitado a visitar El Cairo.
La buena química entre Al Sisi y Trump no es nueva. El magnate estadounidense se entrevistó con el presidente egipcio en septiembre, cuando este se desplazó a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU. Entonces, Trump, que ya había elogiado anteriormente al mariscal, le describió como “un tipo fantástico” y declaró que entre ellos surgió una buena “química”.
Mientras la elección de Trump suscitaba preocupación entre la mayoría de cancillerías y cabeceras de la prensa internacional, tanto los medios oficialistas egipcios como diversos diputados progubernamentales expresaban sin tapujos su satisfacción, ya que consideran que comparte la política del régimen egipcio de erradicación de los islamistas Hermanos Musulmanes. De acuerdo con una visión muy extendida entre los partidarios de Al Sisi, el presidente Obama, y sobre todo su entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, auparon al islamista Mohamed Morsi a la presidencia del país árabe. En realidad, se limitaron a intentar establecer una buena relación con la Hermandad tras su ascenso al poder.
El hecho de que la cruzada contra el islamismo, incluido el no violento, pueda convertirse en el eje principal de la política exterior de Trump augura un alineamiento con El Cairo, que adoptó esta posición tras el golpe de Estado del 2013. Al Sisi y Trump coinciden en que la promoción de los derechos humanos no figura entre sus prioridades, lo cual sugiere que su cita en Nueva York pudo ser el comienzo de una gran amistad.
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