Menos mal que aún nos queda Metallica
El grupo recupera su trono con un disco soberbio que hace feliz a los heavies, a la moda y a fans inesperados como Beckham o Kardashian
Hay un momento en el documental sobre Metallica Some kind of monster especialmente tenso. Y es difícil seleccionar solo uno, en una filmación tan alucinante y descarnada que todavía hoy, 12 años después de su edición (fue en 2004), la mayoría nos preguntamos cómo fue posible que los miembros del grupo se dejaran filmar en un momento tan miserable de sus vidas. En esa escena, el batería, Lars Ulrich, pasea nervioso mientras el resto de sus compañeros (y un psicólogo) permanecen sentados.
"Es el álbum que Estados Unidos merece. En estos ocho años se han saltado toda la legislatura de Obama y han trabajado en un asalto brutalmente impecable"
En su monólogo, trufado de "fucks" (joder), que van subiendo de volumen, Ulrich dice, dirigiéndose al cantante, James Hetfield: "Lo que pienso es que eres un egocéntrico. Cuando hablas de mí utilizas palabras como 'control'. Tú controlas todo, incluso cuando no estás aquí...". Y sigue durante unos minutos con su ataque. Hetfield aguanta el chaparrón de insultos, y resopla. Hasta que Ulrich, que va aumentando el nivel de voz, se dirige velozmente a su compañero, pone su cara a unos centímetros de la del cantante, y le grita, mientras le echa el aliento y aprieta los dientes: "¡¡Fuck!!".
Pues bien, estos tipos se llevan bien otra vez y, lo más importante, vuelven a hacer música salvajemente cautivadora. El nuevo disco de Metallica, Hardwired... to self-destruct, que se publicó la semana pasada, es hoy el más vendido en 57 países del mundo. Y dentro del top 3, los países se amplían a 75. No solo eso: las camisetas del grupo se venden por miles, la banda participa en campañas publicitarias de grandes marcas (Brioni, Eleven Paris, Vans...) y famosos como la pareja David y Victoria Beckham o Kylie Jenner-Tyga se acercan a sus conciertos.Qué ha cambiado en ocho años en el grupo californiano, justo el tiempo que llevan sin publicar nueva música. Sobre todo, que han llegado a niveles de creatividad comparables a sus mejores tiempos, cuando editaron sus primeros discos, publicados a mediados de los años ochenta. Así de contundente se muestra el crítico musical del Telegraph, Neil McCormick, al hablar sobre Hardwired... to self-destruct: "Es el álbum que Estados Unidos merece. En estos ocho años se han saltado toda la legislatura de Obama y han trabajado en un asalto brutalmente impecable. Tambores atronadores, guitarras estridentes y voces furiosas ante la inexorable y autoinducida extinción de la humanidad".Rob Sayce, de Rocksound, subraya el valor de los textos: "Los resultados son soberbios y estimulantes en temas como Moth into flame y Confusion. Este último escrito desde la perspectiva de un soldado con trastorno de estrés postraumático". Y añade: "La banda se adentra en su cuarta década, pero su sonido todavía es ágil. Su último trabajo encierra mucha sangre y diversión, algo que muchos estábamos llevábamos tiempo esperando". El especialista de Kerrang se suma: "Se trata de Metallica refrescado, reenfocado y redescubriéndose a sí mismos. Lo mejor que han hecho desde el Black Album. Sí señor".El viernes pasado, Metallica ofreció un concierto muy especial en House of Vans de Londres. Solo para 800 privilegiados. Entre el público, talluditos seguidores metaleros, pero también modernos veinteañeros. El público era tan joven que el cantante, Hetfield (53 años), llegó a preguntar: "¿Hay algún viejo seguidor de Metallica por aquí?". El crítico de la revista Esquire Estados Unidos llega a afirmar sobre el concierto: "Si tenías cierta edad, te sentías como si fueras un adolescente otra vez". La mayoría de los críticos hablan de que su música ha vuelto a los gloriosos primeros días.Pero con una gran diferencia. Y aquí está la novedad: Metallica ya eran muy populares, solo necesitábamos un disco glorioso para que todos nos lanzásemos a la calle orgullosos de llevar de nuevo su logo estampado en nuestras camisetas. Y hablamos de todo el mundo, incluidas personas insospechadamente metaleras como Justin Bieber. La semana pasada se compartió por los móviles de medio mundo la filmación de un concierto del canadiense donde lloraba emocionado mientras interpretaba Purpose. Con qué se secó las lágrimas: con una camiseta que llevaba puesta de Metallica.
No es el único. Últimamente se ha visto pasear con estampados del grupo a las modelos Kendall Jenner o Gigi Hadid, a la actriz Chloë Grace Moretz, al agente Brody de Homeland (el actor Damien Lewis)... Hasta la mediática Kim Kardashian lleva a clases de ballet a su hija con una camiseta de Metallica.
Hay que mencionar también en esta fiebre metalliquera el episodio que protagonizó el grupo en el programa de Jimmy Fallon. La banda y el presentador interpretaron una delirante versión de Enter sandman con instrumentos musicales. Los reyes del metal sonando para toda la familia.
Con AC/DC desmembrándose, el resurgimiento del grupo californiano solo se puede ver de esta manera: la única opción que tiene el ser humano de eludir por unos momentos sus monótonas vidas es hacerse fan de Metallica.
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