Cristina Kirchner nunca ha terminado de irse del todo
La expresidenta dejó hace un año el poder, pero sigue monopolizando la vida política argentina
Si un viajero desinformado aterrizara en Buenos Aires en estos días, probablemente pensaría que Cristina Fernández de Kirchner sigue en el poder en Argentina. Sus escándalos, sus quejas, sus amenazas y su familia protagonizan cada día las portadas del la mayoría de los periódicos y de los informativos de radio y televisión. El día que no habla, algo bastante raro, sus críticos están como desanimados, sin material para el combate.
Nadie se imagina la vida sin ella. Ni los que la quieren ni los que la detestan, ambos con el mismo entusiasmo. Hace casi un año que dejó el poder, pero en realidad parece que nunca se fue. El debate en todos los rincones de Buenos Aires sigue pasando por ella. ¿Volverá Cristina? ¿Irá a la cárcel Cristina? ¿Viste el último escándalo de Cristina? Incluso la victoria de Donald Trump se transformó en Buenos Aires en material para el choque con la expresidenta: al contrario que ella, insistían sus críticos, Obama hará una transición ordenada con Trump.
Hace un año, ella se negó a entregarle el bastón de mando a Mauricio Macri. “Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”, cantan los suyos en las calles. “Si un juez la mete presa podría acabar muerto”, clama el sindicalista Esteche. Cristina como tótem. Omnipresente. Toda su familia es noticia. Su hija por tener 4,6 millones de dólares en efectivo en una caja de seguridad. Su madre por aparecer en los papeles en una investigación. “¿Macri, y si gastan la energía que usan en perseguirme a mí, a mi hija y ahora a mi madre en resolver los problemas de los argentinos?”, clama ella. Por Twitter, por Facebook y Telegram bombardea cada hora con sus opiniones sobre todo.
Los jueces la llaman a declarar por varios escándalos, y allí están miles de fieles a la puerta, aclamándola, con las Madres de Plaza de Mayo en primera fila. Y otros miles en las redes, despreciándola y exigiendo que la metan ya en la cárcel. Cristina no se va, nunca lo hizo. Pero tanto los fieles como los enemigos tiemblan ante la posibilidad de que suceda algún día.
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