Tauromaquia para niños
LA NOTICIA empieza así: “El municipio murciano de Abarán celebrará este sábado una novillada en el marco de una clase práctica para niños a cargo de los alumnos de la Escuela Taurina de Murcia, que además será retransmitida en directo por la televisión autonómica 7RM a toda la región”. No se explica si los chavales serán adiestrados también en “el arte de matar”, que era así como los clásicos denominaban sin tapujos al gran momento de la lidia. Nada de “fiesta”
No se preocupen. No voy a embestirles con la polémica taurina. He decidido agachar las orejas y el rabo, dispensando, y más aún después de que el Tribunal Constitucional no solo haya invalidado la prohibición o protección catalana, sino que le ha dado una estocada al animalismo universal al reafirmar como bien de interés cultural las corridas de toros. Hay quienes opinan que ha quedado maltrecho el artículo 45 de la propia Constitución, con el mandamiento de proteger el medio ambiente, pero qué importa ese mimbre cuando se trata de lidiar con el destino. Con esta sentencia, las corridas pasan a ser una identidad por ley, una especie de ideología de Estado. Según las encuestas conocidas, una mayoría de los españoles, la tan invocada sociedad civil, consideran el espectáculo taurino anacrónico y cruel. Para otros muchos, ser antitaurino es sinónimo de ser antiespañol. Pero creo que a tanto no llega la sentencia.
Cuando leí la noticia de la clase práctica taurina para niños por televisión, decidí seguir la consigna cínica que de vez en cuando parasita mi conciencia periodística: “No dejes que la realidad te embista, ¡hazle una verónica!”. Así que decidí olvidarme de los niños, de los novillos y de la didáctica televisión murciana. Me quedé manso como un cabestro, con la conciencia haciendo verónicas, pero más tarde me salió una media verónica y tuve la debilidad de picar en otra noticia sobre el mismo asunto.
SE PROGRAMAN CORRIDAS CON 'CLASE PRÁCTICA' PARA NIÑOS COMO PODÍAN PROGRAMARSE “CONCIERTOS U OBRAS DE TEATRO”.
Resulta que representantes de asociaciones de protección de animales y colectivos contra el maltrato habían conseguido reunirse con directivos de la televisión pública de Murcia para expresarles su horror ante semejante programación. Y la respuesta fue a la altura de la Ilustración en que estamos inmersos, y para compensar el Siglo de las Luces que nunca tuvimos. Miren ustedes, aclararon los intelectuales directivos, el espectáculo taurino con clase práctica para niños no es un paso atrás, ni una barbaridad, como ustedes pretenden hacernos creer. Al contrario, se trata de implicar a la infancia en una performance artística de tradición y vanguardia, presencial y virtual a la vez. E incluso, de ponerse estupendos, podrían añadir que estamos ante una asombrosa experiencia pionera en materia educativa, allí donde nunca llegarían la Escuela Moderna ni las Misiones Pedagógicas. Y es cierto, según me cuentan, que ya circula el borrador del decreto que crea la Formación Profesional en Tauromaquia.
Por si no estuviese claro el asunto, los intelectuales de la televisión pública aclararon a los colegas de los animales que esas corridas didácticas para la infancia no iban a ser episodios excepcionales u ocasionales episodios costumbristas en nuestra Historia de la Cultura. Otras cadenas andan por la misma senda. Se trata, afirman, de cumplir como servicio de interés público, sin complejos. Y ahí viene la guinda: se programan corridas con clase práctica para niños como podían programarse “conciertos u obras de teatro”.
Ahí sí quedé clavado. Me pasó lo que a Yupanqui: “Y sentí que un gran silencio crecía dentro de mí”.
Como es notorio, las televisiones públicas en España emiten, con breves interrupciones, programas de teatro, circo y títeres con “clases prácticas” para niños, conciertos en los que participan los jóvenes intérpretes, talleres de artes, espacios de creación audiovisual y nuevo documentalismo, y todo así. De vez en cuando, como respiro, ponen un partido de fútbol femenino. Pero se aguanta bien, porque sabemos que después volverá el teatro y la danza contemporánea y las jam session, y una película de poetas detectives y otra de grafiteros. Sin descuidar los programas científicos en los que participan nuestros jóvenes investigadores desplazados a universidades extranjeras para echarles una mano a esos países rezagados.
Es tanta y perseverante la labor cultural de estos medios públicos que hay que agradecerles que los sábados, para descansar, enseñen a torear y humillar novillos a los niños.
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