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Lienzos de seda para Isabel II

Holly McClynn

A VICKI MURDOCH, fundadora y directora creativa de la firma Silken Favours, lo que más satisfacción le produce es hacer llorar de emoción. Lo descubrió el día que presenció la reacción de sus padres ante el pañuelo personalizado que había diseñado para ellos: “Fueron mis primeros clientes. Decidí regalarles un pañuelo a medida y, como les gusta mucho la observación de aves, dibujé todos los pájaros que ven desde su jardín. No se lo esperaban y lloraron de emoción. Eso me hizo querer seguir”. Liberty la descubrió en 2011 en su Best of ­British Open Call, una iniciativa para encontrar y apoyar nuevos talentos del diseño y, de la noche a la mañana, Murdoch pasó de elaborar detalles esporádicos para familia y amigos a vender en exclusiva en los grandes almacenes más icónicos de Londres.

Dibuja con bolígrafo las ilustraciones que luego imprime digitalmente y el pañuelo que acompaña la edición limitada con Atkinsons y sus símbolos. / REBECCA REID y CAPTIVE FACTORY

Escocesa de 34 años, Murdoch abandonó Aberdeen a los 17 para trabajar como modelo en Londres. “Utilicé la moda para viajar y conocer gente, fui a muchas fiestas y me lo pasé genial. Pero no lo llevaba dentro”, explica. Así que lo dejó y se matriculó en diseño textil en el Chelsea College of Arts. En la flora y el mundo animal encuentra sus principales motivos de inspiración; su estilo es colorista, alegre e intencionadamente kitsch. Murdoch dibuja cada ilustración con un bolígrafo muy fino, la escanea y la imprime digitalmente en una pieza cuadrada de seda, su tejido fetiche: “Tiene una iridiscencia que hace que los estampados cobren vida. Es un lienzo perfecto”. El proceso total puede requerir “de dos a tres meses para un pañuelo a medida”, y sobra decir que tiene lista de espera. ­Unicornios, cactus, arcoíris y hasta cerdos alados…, nada es descabellado en su imaginario. “Cuanto más raros, más me divierten”, asegura. Como toque personal, cada pieza incluye un poema escrito por su madre, Gail Murdoch.

Aunque los pañuelos siguen siendo el producto estrella, a lo largo de estos cinco años ha incorporado camisas, ponchos, cojines o papel pintado a sus colecciones. También ha multiplicado su nómina de distribuidores, que hoy incluye a Opening Ceremony, Luisa Via Roma y Fortnum & Mason, entre otros. “Y siguen llamando, pero no quiero crecer demasiado ni estar en todas partes; me gusta ser una marca nicho”, señala.

Piñas, granadas y cactus se convierten en cojines.

Eso es algo que tiene en común con Atkinsons 1799, una firma inglesa de perfumes con más de dos siglos de historia con la que acaba de rubricar su más reciente colaboración: la creación de una edición limitada de su fragancia más emblemática, 24 Old Bond Street. “Compartimos valores y ambos somos bastante excéntricos, creo que encajamos bien”, afirma Murdoch.

Atkinsons × Silken Favours, el resultado de su asociación, es una fragancia de coleccionista (solo se venderán 1.799 unidades, a 179,90 euros cada una) disponible en España desde el 1 de noviembre. La caja, el frasco y el pañuelo de seda que los acompaña han sido ilustrados a mano por ­Murdoch con diversos motivos que ayudan a trazar la historia de la marca: desde el oso –símbolo de Atkinsons desde que su fundador instaló uno de carne y hueso en la puerta de su tienda (“¿no te parece una herramienta de marketing increíble?”, comenta Murdoch)– hasta la rosa, el ingrediente clave de un perfume que también incorpora notas de enebro, whisky o té, y obsesión olfativa de Murdoch desde su infancia. Un tercer elemento es la corona, en homenaje al pasado de Atkinsons como perfumista oficial de la Casa Real; un estatus que ella también querría para Silken Favours: “La reina Isabel ya tiene un pañuelo mío. Dibujé todos sus perros corgi y se lo envié en su jubileo de diamante”. Sus planes de futuro pasan por saltar de los objetos a los espacios: “De momento he empezado con el papel pintado, pero mi gran sueño es llenar el mundo de ambientes absolutamente disparatados”.

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