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Alberto García-Alix: “La urraca vivió ocho meses con nosotros”

UN HOMBRE y su pájaro. Un autorretrato y, tras él, mi tiempo y su historia. Por entonces vivía en París. Un día, Lula, la hija de mi pareja, regresó a casa con un polluelo caído del nido. El veterinario nos dijo que era una urraca y que lo lógico era que no pasara con vida de esa noche. A la mañana siguiente, como aún piaba, fui a una tienda y compré una especie de paté de gusanitos. A partir de entonces, varias veces al día, ella abría el pico y yo introducía en él una jeringuilla con comida. Ocho meses vivió con nosotros y creo que llegamos a conocernos bien. Los córvidos son listos y con carácter. No le gustaba nada verse encerrada en su jaula palacio. Solía posarse en mis hombros mientras trabajaba al ordenador y premiaba mi ternura con caquita. Dicen que algunas hablan; Pi _ Pepito no llegó a hacerlo, pero fue aún más lejos: imitaba a la perfección el sonido del teléfono Nokia y a veces creo que también a mí. Se ve en la foto.

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