Alguien tiene que decirlo
Hay cosas que, por obvias, no deberían tener que aclararse; pero dada la confusión y la tergiversación que se produce actualmente en muchos ámbitos, me atrevo a puntualizar:
Que no es democrático ni legítimo intentar obtener mediante algaradas, gritos, descalificaciones y empujones lo que no se ha conseguido en las urnas; que no es democrático ni legítimo sino que es ilegal negarse a obedecer las leyes que no nos gustan; que no es de recibo participar en una votación como miembro de un colectivo y después negarse a respetar el resultado, y que sí es democrático y legítimo respetar la decisión de la mayoría en cualquier asociación, sea un club, un partido político o el Parlamento de la nación. El no hacerlo no nos hace más progresistas ni libertarios sino que nos asemeja a Donald Trump, ese aborrecible candidato que asegura que solo respetará el resultado de las elecciones si este le favorece. Pues eso.— María Olasagasti Duñabeitia. San Sebastián.
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