Luz sobre las ‘black’

Las declaraciones en la Audiencia Nacional del exconsejero delegado de Bankia, Francisco Verdú, el director corporativo de la entidad, Iñaki Azaola, y el exsecretario de Caja Madrid, Enrique de la Torre, suponen un antes y un después en el juicio sobre las llamadas tarjetas black. No solo por cuanto suponen de desmentido a la tesis central sostenida por los directivos y consejeros acusados (entre ellos el expresidente Rodrigo Rato, y el exdirector Ildefonso Sánchez Barcoj) de que las tarjetas, usadas a discreción, constituían una parte de su salario, sino porque las tres declaraciones indican que quienes las promovieron y usaron fueron advertidos de su inconveniencia e ilegalidad. Ni eran retribución implícita ni hubo ignorancia en su utilización.

El juicio da así un vuelco no por esperado menos espectacular. Los argumentos contractuales y legales son sólidos y los testimonios son creíbles. El fondo de la cuestión que sostiene el exconsejero delegado es plausible: él no usó la tarjeta y advirtió contra su utilización, luego el resto de directivos y consejeros tenían las mismas razones o prevenciones para actuar de forma similar. Las declaraciones del secretario De la Torre y del director Azaola arrojan una conclusión clara para esta primera parte del proceso: las black no eran una retribución, ni podían serlo, puesto que no figuraban en los contratos; difícilmente podían ser consideradas como algo más que gastos de representación.

De lo que se deduce que Caja Madrid y Bankia pusieron en marcha un sistema de retribuciones ilegal y fuera de control; y quisieron hacerlo pasar por gastos de representación, imputando los cargos, en todo o en parte, a la cuenta de errores y quebrantos, una vez comprobado que Hacienda no daba por buenos, ni desgravaba, los seudogastos de representación.

El fondo de la cuestión está claro; ahora, quizá los acusados quieran cambiar su estrategia legal.