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La sequía, última gran crisis en azotar Túnez

Las reservas hídricas están en mínimos históricos y hay restricciones en todo el país

Aspecto del embalse de Sidi Salem el pasado agosto.
Aspecto del embalse de Sidi Salem el pasado agosto.AFP

En la prensa occidental, Túnez es visto como el único rayo de esperanza proveniente de una región desgarrada y convulsa. Sin embargo, a medida que se van acumulando las crisis, el estado de ánimo de los tunecinos se va avinagrando. A la crisis de seguridad a causa de la amenaza del autodenominado Estado Islámico, se le añadieron la económica y la social. La última en surgir es la del agua: la sequía de los últimos meses ha dejado las reservas hídricas en mínimos históricos —sus 30 embalses están a una media de un 40% de su capacidad—, y el Gobierno se ha visto obligado a imponer restricciones por todo el país.

Según la ONG Observatorio Tunecino del Agua, este verano se han llevado a cabo centenares de cortes, la mayoría sin avisar previamente. Su duración suele oscilar entre diversas horas y tres días. Sin embargo, en algunas zonas remotas en las provincias de Kef o Gafsa, la interrupción del suministro se ha alargado más de un mes.

La semana pasada, en la región de Ferana, situada al noroeste del país y sacudida por fuertes tensiones sociales recientemente, decenas de ciudadanos amenazaron de sabotear el suministro de agua a la capital. Según el Fórum Tunecino de los Derechos Económicos y Sociales, de las más de 500 protestas que se registraron en el país el pasado mes de agosto, las relativas al agua fueron las más numerosas.

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El Observatorio ha llegado a advertir de la posibilidad de que estalle una “revuelta del agua” en Túnez. “Más allá de la sequía, hay un problema estructural de mala gestión del agua. Hasta el 30% se pierde en escapes porque las tuberías son viejas”, denuncia Alaa Marzouki, coordinador del Observatorio.

El Gobierno ha anunciado la construcción de tres plantas desalinizadoras, pero la primera no estará a punto hasta 2017, y las otras dos hasta 2020. Así que el ministro de los Asuntos Religiosos ha optado por recurrir a Alá, instando a los ciudadanos a que recen para que este otoño sea lluvioso.

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