_
_
_
_

Solo el sonido de las hojas

Lupe de la Vallina

TELÉFONOS NO, por favor”. Esta nueva librería londinense se llama Librería –en español– y te exige amablemente que te desconectes un rato. Su interior de estanterías amarillas y techos dorados es especular, hipnótico, sin wifi y sin cafetería. Pero la cafeína se consigue con sólo cruzar la calle. Estamos frente al Second Home –un espacio de coworking y restaurante cuyo diseño podría ser lo mismo de los años sesenta que del futuro–, que se ha convertido en el refugio de moda de los profesionales jóvenes que, en esta burbuja inmobiliaria que llamamos Londres, deben compartir oficina.

Estamos muy cerca del Whitechapel de Jack el Destripador, de restaurantes paquistaníes y de descampados con grafitis y de barberías: no puede ser más fuerte el olor a gentrificación (qué poco huele en comparación la palabra aburguesamiento).

“Vivimos un momento cultural muy interesante, en el cual nosotros optamos por lo tangible: el libro, que no es sólo un deseo, sino también un objeto”, dice Sally Davis como si recitara una lección bien aprendida. Seguro que fue la primera de su clase. Bajo esas gafas enormes y ese flequillo moderno se encuentra una antigua periodista del Financial Times y una lectora omnívora, directora ahora de este “santuario de la atención, de la concentración y del descubrimiento”. Los libros no están clasificados por editorial o por género, sino por temas: Madres, madonnas y putas; Tiempo y espacio; Tecnología y artesanía; o Primera persona.

Además ofrecen selecciones de comisarios invitados, como David Rowan –editor de Wired– o la escritora Jeanette Winterson, autora de ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? “Una librería es una criatura que evoluciona”, sentencia Davis, que inauguró la suya el pasado mes de febrero.

El diseño lo firma el estudio de arquitectura español Selgascano, que se inspiró para ese techo de espejo que duplica los anaqueles hasta el infinito en La biblioteca de Babel, el cuento de Borges. No sé si conocerán su librería hermana, igual de bella, cinco veces más grande: la que aparece si atraviesas esa superficie especular que nos envuelve y nos multiplica. Se llama Ulises, fue diseñada por Sebastián Grey y se encuentra en Santiago de Chile. Su cielo también te refleja y te eleva hacia la estratosfera bibliográfica.

Me vibra el móvil. Disimulo. El zumbido me baja por la pierna y me ancla al suelo, tras tantos minutos en las nubes. “¿Qué hacéis si alguien utiliza su móvil?”, le pregunto, sonrojado, de camino a la salida. “Pues le explicamos nuestra filosofía y le pedimos amablemente que lo apague: la gente está deseando que le den permiso para estar presente”. Pese a la vibración y al miedo a ser pillado in fraganti, como siempre, me compro un libro. Davis estampa en la primera página de The Meaning of the Library (el sentido de la biblioteca) el sello de Librería. “Como hacen en Shakespeare and Company”, le digo. “Sí, sí, lo copié de allí”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_