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CLAVES
Columna
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Hilvanes y costuras

A día de hoy Podemos sólo puede aspirar a evitar que la marca quede diluida en los territorios que, paradójicamente, han contribuido a su éxito

Sandra León
Los cabezas de lista de En Marea posan con sus compañeros durante el acto de de presentación celebrado el 21 de agosto en Santiago de Compostela.
Los cabezas de lista de En Marea posan con sus compañeros durante el acto de de presentación celebrado el 21 de agosto en Santiago de Compostela.Xoán Rey (EFE)

Hubo un tiempo en el que los huérfanos políticos se convirtieron en mayoría. Allá por el 2013, más de la mitad de los ciudadanos no mencionaban ninguna opción política cuando se les preguntaba qué votarían si hubiera elecciones. Ello descubría un vacío en la oferta política que vendría a ser cubierto por Podemos y Ciudadanos.

El mérito de esas formaciones es innegable, pues que un partido político nuevo consiga competir con éxito en las elecciones generales es casi un milagro. Como los ciudadanos prefieren no malgastar su voto en quienes tengan pocas posibilidades de obtener representación, el ascenso de las formaciones principiantes depende de la difícil coordinación de expectativas y estrategias de muchísimos votantes.

Ese reto es solo el principio. El siguiente es mantener cohesionada una estructura organizativa inicialmente débil, en cuyo proceso de consolidación algunos candidatos saldrán rana y se sucederán tensiones, rupturas y reequilibrios de poder interno.

La relación de Podemos con sus confluencias es y será la ilustración de ese reto organizativo. El partido de Iglesias apostó el pasado diciembre por aliarse electoralmente con otras formaciones en algunos territorios, lo cual facilitó la implantación y visibilidad del aparato en esas circunscripciones y contribuyó a su ascenso electoral.

Sin embargo, la repetición de elecciones el 26-J alteró la relación de poder dentro de las confluencias. Unidos Podemos pinchó electoralmente, pero compitió mejor donde acudió acompañado de otros partidos. Sus aliados tomaron buena cuenta de ello. La prueba está en que En Marea ha conseguido finalmente obligar al partido de Iglesias a integrarse en la candidatura que presenten a las elecciones gallegas.

Podemos seguramente creyó que su músculo electoral le permitiría en un futuro liderar cómodamente o incluso absorber a sus aliados territoriales. Pero a día de hoy el partido sólo puede aspirar a evitar que la marca quede diluida en los territorios que, paradójicamente, han contribuido a su éxito.

Cuando las estructuras organizativas se hilvanan, las costuras se abren con facilidad. @Sandraleon_

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