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Columna
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Lo más ubicuo: Bradley Cooper; lo más afrodisíaco: la chufa; y lo más dudoso, la ayahuasca

El actor Bradley Cooper, en Wimbledon. 
El actor Bradley Cooper, en Wimbledon. JUSTIN TALLIS (afp)

Lo más ubicuo. Bradley Cooper

Pero, ¿dónde estaba Bradley Cooper antes de estar en todas partes? De las gradas de Wimbledon a la convención demócrata, pasando por una escapada romántica en el Lago de Garda. No sé cómo podíamos vivir antes de Resacón en Las Vegas, y, sobre todo, sin él. Menos buenazo que James Stewart, menos cachas que el marido de Elsa Pataky y con menos modelos rubias a sus espaldas que Leonardo DiCaprio, Bradley Cooper es el novio que a todas (nos) gustaría tener… pero solo lo tiene Irina Shayk. Que es modelo y rusa. Casi ná.

Lo más afrodisíaco. La chufa

Parece ser que ya se sabía en el siglo XII pero ahora resulta que la humilde chufa es afrodisíaca. No es coña, y que no se me ofendan los valencianos, que vaya semanita que llevamos.

Un estudio norteamericano ha desvelado que la chufa contribuye a aumentar la libido masculina. Por ahora, lo han probado en ratones y, con los malditos roedores, la chufa funcionó. Aquí llevamos bebiendo horchata una eternidad, y ahora, con el calor que hace… razón de más para corroborar (o no) este estudio.

Lo más dudoso. La ayahuasca

La chufa, y la horchata son deliciosas. E inofensivas. Otra cosa es la ayahuasca, el brebaje que usaban los pueblos indígenas del Amazonas en sus rituales, y que ahora es lo last de lo last, que decían en Cristal: aquella serie que nos descubrió a Boris, mi compañero del piso de arriba.

Tras los pasos de Allen Ginsberg y William Burroughs y Las cartas de la ayahuasca, el revival vino con los ejecutivos de Silicon Valley. Se dejaban miles de dólares en busca de la paz espiritual. Algunos echaban los demonios, y hasta la primera papilla. La moda ya ha llegado a nuestro país, donde uno puede retirarse a ponerse tibio de ayahuasca, y que sea lo que el chamán quiera. O beberse una horchata, y a ver.

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