_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Iluminación

Esa es exactamente la función de algunos hombres remarcables, los creadores del mundo material

Félix de Azúa
El revólver con el que supuestamente se disparó Van Gogh.
El revólver con el que supuestamente se disparó Van Gogh.

Cuando vi en este bendito diario la foto del revólver con el que se mató Van Gogh me pareció entender algo, aunque sólo duró un segundo. Trato ahora de reconstruirlo. El arma es un Lefaucheux relativamente pequeño (7 milímetros, según mi colega Isabel Ferrer) y la herrumbre tiene una tonalidad complementaria a la de la absenta. Es un objeto en verdad más próximo al animal que al mineral y en la foto vibran las inconfundibles pinceladas del holandés. Creo que creí entender que así como la pistola había ido tomando sus calidades formales y cromáticas bajo tierra hasta llegar a ser otra obra de Van Gogh, así también las pinturas de Van Gogh debían de haber estado enterradas entre cincuenta y ochenta años en un prado de Auvers-sur-Oise hasta alcanzar su ser, su materia verdadera. Entonces cayeron sobre ellas esos precios irreales que las arrancan del mundo de los vivos y las vuelven a enterrar.

Esa es exactamente la función de algunos hombres remarcables, los creadores del mundo material. Así, por ejemplo, Beethoven reveló el mundo que se avecinaba, nuestro mundo, una convulsión rítmica sacudida por la más inútil pasión y pequeñas frases repetidas mil veces con infinitos matices que nos enervan como los estupefacientes. Un mundo catastrófico y sin embargo durmiente. No de otro modo, imagino, desveló Rembrandt la dorada luz que detiene el instante previo a nuestra muerte, cuando miramos a nuestro alrededor y la tierra se extiende como un inmenso manto de oro hacia la oscuridad. O la tremenda revelación del mundo delirante, habitado por criminales, idiotas y bellas muchachas, que descubrió Goya y que llamamos “modernidad”. Ellos dan sentido a lo cerrado, mudo y ciego. Hacen que la tierra signifique y la materia sea espíritu.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_