La otra ‘nouvelle vague’ de Francia
LA CÓLERA vive estos días en Francia un momento dulce. Si alguien quiere conocerla de cerca, es el lugar adecuado. La nueva ley laboral ha propiciado una nouvelle vague de movilización ciudadana. Incluso en Cannes, paradigma de glamour y lujo, se ha hablado de ella. Y no solo porque Ken Loach se haya llevado la Palma de Oro. El joven cineasta Xavier Dolan recogió el Gran Premio del festival diciendo: “Prefiero la locura de las pasiones a la sabiduría de la indiferencia”, ¡una cita de Anatole France!
En París, como impulsadas por un resorte, las sirenas de los coches patrulla surgen de improviso sin dar tiempo para asimilar los motivos por los que las calles reflejan tanta vorágine colectiva. Los siete sindicatos que promueven las protestas montan una huelga tras otra y uno tiene que confirmar continuamente horarios de trenes y cercanías, así como el nivel de gasolina que queda.
A partir del movimiento Nuit Debout, que sigue instalado en République entre debates y fanfarrias, varios autores han advertido del peligro de complacerse en una sociedad cada día más colérica. Google Trend cuantifica ese estado según la aparición en las búsquedas: el índice de irascibilidad está en aumento desde 2011. En la prensa francesa nacional, la palabra “cólera” fue utilizada 611 veces en 2013, 659 en 2014, 565 en 2015 y más de 700 en lo que va de 2016.
Ante esta situación, la revista Esprit ha pedido a varios filósofos que analicen la cólera y se pregunten si sería posible un mundo sin ella, ¿cómo pasa al estadio de la política?, ¿cómo se convierte un primer momento de rabia más o menos solitario en casa en una manifestación colectiva en un espacio público?, ¿cómo sería una sociedad sin estos excesos expresivos?
Olivier Renaut, en un artículo titulado La cólera de lo justo, se cuestiona si existe una cólera imparcial recordando la de Aquiles en La Ilíada, donde el héroe se encoleriza con Agamenón y, consecutivamente, con todo el mundo. Según Renaut, la cólera, ese sentimiento violento capaz de destruir la amistad más profunda, puede también señalar la falta de justicia. ¿Cómo distinguir cóleras sanas de las enfurecidas? La eterna batalla vuelve a estar de moda.
El pensador Michaël Foessel se decanta por metáforas fluviales para apuntar que la cólera hincha, levanta y desborda al individuo, se apropia de él sin que este pueda controlarla, por ser una pasión activa, y se posiciona cercano a Maurice Merleau-Ponty, para quien era una forma de conocimiento apropiada cuando se trataba de defender lo fundamental del ser humano.
Desde Le Figaro se acusa a la CGT de practicar terrorismo social, mientras Gobierno y sindicatos se pasan las culpas y aseguran que no cederán. Ante este panorama, solo queda recordar a Umberto Eco, que el 25 de febrero de 1977, mientras el Gobierno recriminaba a una radio pirata (Radio Alice) el que provocara desorden, en un artículo en Corriere della Sera resumió el enredo de manera brillante: “Acusar al medio de ser el responsable de la cólera de los jóvenes es como acusar al Festival de San Remo de ser el culpable de la estupidez nacional”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.