_
_
_
_
Tentaciones

Rufus Wainwright: "No puedo evitar ser el músico más vanguardista del mundo"

El cantante se presentará este sábado en el Teatro Real de Madrid. Pero antes, hemos charlado de su pasado, de su hija con Lorca Cohen y hasta de Miley Cyrus

Rufus Wainwright
Rufus WainwrightAdrià Cañameras

Hay cosas que solo le pasan a Rufus Wainwright. Como encontrarse entre las Maldivas y Vietnam a bordo del superyate del cofundador de Microsoft, Paul Allen, improvisando versiones de Nirvana junto al bajista del mítico grupo grunge, Krist Novoselic. Escucharle relatar la anécdota es lo mejor que te puede pasar un viernes por la mañana. "Mi marido y yo tuvimos la suerte de ser invitados por Allen a principios de este año a un crucero para 200 personas. Ahí estaban Stevie Wonder, Quincy Jones, Jeff Goldblum, Quentin Tarantino… Junto a un montón de genios de la ciencia, como el tipo que descubrió el genoma humano [Francis Collins]. Era como si hubieras metido en un barco a toda la gente que tuviera que estar en una cena ideal antes del fin del mundo. Krist flipó cuando nos presentaron y le dije que nunca había sido fan de Nirvana, supongo que está poco acostumbrado… Acabamos cantando In bloom. La época del grunge me pilló en plena conversión a la ópera, un género que me absorbió durante años".

Estamos en las tripas del Teatro Real de Madrid. Wainwright se ha presentado con pinta de no haber dormido en días, parapetado tras unas enormes gafas de sol y con el pelo más revuelto que de costumbre. "A ver qué podéis hacer con este careto", nos reta. No es que haya retomado sus días de fiestero, es que lleva dos semanas de tour promocional por Europa. Aun así, se muestra animado: "Mañana tengo día libre y me voy a Toledo. Ya he estado una vez, pero aunque solo sea por ver cuadros de El Greco ya merece la pena". Está de visita de cortesía antes del concierto que dará en la institución madrileña el 16 de julio dentro de los actos de celebración del 40 aniversario de EL PAÍS. La última vez que pisó estas tablas él mismo cumplía, precisamente, los 40 años. Esta vez repite una semana antes de alcanzar los 43. "Debería venir a celebrar aquí cada cumpleaños", bromea.

Se calló durante años el haber sido violado a los 14 años en una visita a Londres: un tipo con el que ligó le forzó, robó e intentó ahogar en Hyde Park

Vendrá a solas con su piano. "Es mi arma secreta para hacer caja y quedarme yo con toda la pasta. Esto de andar entregado a la ópera ha resultado ser un hobby bastante caro [risas]". Una pena, porque acaba de publicar, probablemente, el disco más ambicioso del año, Take all my loves: 9 Shakespeare sonnets. En él da argumentos a esos detractores que le tachan de histriónico y rimbombante y pone a prueba a sus fans acérrimos. "¿Quieres decir que nadie se ha atrevido a hacer nada tan valiente y ridículo por el 400 aniversario de Shakespeare?", se precipita a defender con una carcajada. "Me lo tomaré como un cumplido. Que piensen lo que quieran, pero nadie puede negar que escucharlo es todo un viaje. Qué le voy a hacer, no puedo evitar ser el músico vivo más vanguardista del mundo". El canadiense ha seleccionado 9 de los 154 sonetos del bardo inglés para musicarlos con interludios declamados por actores. Entre aria y aria operística suena algún tema pop primorosamente adornado, un embiste rockero, sus dejes cabareteros a lo Kurt Weill. Bajad la guardia, la frikada funciona y crece a cada escucha.

ENTRE LA PRINCESA LEIA Y LA SIRENITA

La lista de créditos tumba a cualquier escéptico. Junto a veteranos de la música clásica, encontramos los recitados de Helena Bonham Carter, Carrie Fisher (o sea, la princesa Leia) o William Shatner (el Capitán Kirk, de Star Trek). "A Helena si no la llamo me mata, es lo más parecido a una acosadora que tengo en el star system. Con Carrie Fisher tenía que contar; no se me ocurre un personaje más shakespeariano, con ese aura que tiene de heroína oscura. Y a Shatner no le conocía. Le invitó mi productor, Marius de Vries [responsable de Want I y Want II, las obras magnas de Rufus], porque es su vecino en Los Ángeles". Aparte de la habitual intervención de su hermana Martha Wainwright, ha incorporado a su pléyade a Florence Welch, la criatura prerrafaelita que comanda Florence + The Machine. "Apareció un día que estaba en la piscina del Chateu Marmont de Los Ángeles. Hizo su entrada teatral con un bañador como de otra era y se tiró al agua. Mi hija, Viva, que por entonces tenía tres años y medio [ahora tiene cinco], saltó: 'Papá, mira, ¡es la sirenita!'. Para mí era algo más dark, una especie de Ofelia. Desde entonces lo tenemos clarísimo: a la menor oportunidad, colaboraremos juntos de nuevo".

Adrià Cañameras

Llegados a este punto conviene hacer un resumen para los no versados en la vida y trayectoria de Wainwright. Nacido en Rhinebeck (Nueva York) y criado en Montreal, es hijo de los músicos Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle, que se separaron cuando él tenía tres años. Cada mañana amanecía con su madre interpretando las Variaciones Goldberg de Bach al piano. A los 13 tocaba en directo con ella y su tía. Había crecido rodeado rodeado de mujeres, con visitas de Emmylou Harris o Marianne Faithfull. Nadie imaginaba que la gracia de disfrazarse de bruja del Oeste de El mago de Oz y entonar Somewhere over the rainbow en las funciones caseras derivaría, 20 años después, en un fascinante show de tributo a Judy Garland en el Carnegie Hall.

Su progenitora fue la primera en tenderle un soneto de Shakespeare, cuando era un adolescente. "El soneto 129, Derroche del espíritu en vergüenza. Por aquel entonces pasaba mucho tiempo en mi habitación masturbándome. Pensó que me serviría para engancharme a otra cosa y no desperdiciar mis años de efervescencia con el onanismo". Sus padres se negaban a asumir que, en pleno azote del sida, su hijo fuera homosexual. Quizás por eso se calló durante años el haber sido violado a los 14 en una visita a su padre en Londres. Un tipo con el que ligó en un pub le forzó, robó e intentó ahogar en Hyde Park. Rufus fingió un ataque epiléptico. Huiría del influjo maternal yéndose interno a un colegio en Nueva York, donde vivió el trauma de manera monacal. A los 18 se entregó a la promiscuidad sexual y creativa. El resto de la historia está en sus discos: los años hedonistas, las pullas a su padre, la rehabilitación de las drogas (su amigo Elton John le recomendó una clínica tras quedarse ciego —literalmente— por llevar una semana puesto de metanfetamina), su autoexilio en Europa (harto de Bush), su conversión en un gay casado y con una hija y hasta el duelo por la muerte de su madre por cáncer.

En los años recientes nos ha privado del exhibicionismo en su discografía. Me permito reprochárselo. Se ríe. "Oh, es que mi vida no es tan emocionante como antes", miente. "Aunque en Prima Donna (2009) sí se me podía leer entre líneas". Se refiere a la ópera con la que se estrenó en el género, donde una soprano en decadencia busca recuperar su reputación. A su estreno, en el Festival de Manchester, Rufus se presentó del brazo del que hoy es su marido, el exasistente de Robert Wilson y director artístico del Festival Luminato de Toronto Jörn Weisbrodt. Iban disfrazados de Verdi y de Puccini, respectivamente. Pocos pillaron la broma y le cayó el vapuleo de la crítica ortodoxa. "No me desanimó, para nada. Tengo otras dos óperas planeadas y luego pasaré a otra cosa". En 2018 estrenará en Toronto la siguiente, inspirada en la novela de Marguerite Yourcenar Memorias de Adriano. "Tiene todos los elementos de una gran ópera tradicional: un coro enorme, muchos personajes, el Nilo, amoríos y política… Y un romance homosexual con final trágico". Eso sí, entre medias nos saciará con algún disco más convencional. "Uno en francés, o con canciones de mi madre junto a mi hermana… tengo muchos proyectos".

TÚ NO ERES MI TERAPEUTA

"Hago toda la campaña anti Donald Trump posible. Si sale elegido será el fin del mundo, oficialmente"

A pesar de algunas de sus atrevidas reflexiones en voz alta, Wainwright ha dejado atrás al bocazas que una vez fue. Está de acuerdo. "En mis inicios hablar con la prensa era como acudir al psiquiatra. Lo soltaba todo, sin filtros: mi complejo de Edipo, una falsa rivalidad con mi hermana… He aprendido esa lección: tengo que ser más moderado. También, que la comprensión de la ironía puede ser muy limitada. Hoy sé qué lectura se va a hacer de todo lo que diga". Por eso, quizás, se explaya poco cuando se le pregunta por su decisión de ser padre junto a Lorca Cohen, la hija de Leonard Cohen, y añadir un componente extra de disfuncionalidad familiar a su vida. Rufus minimiza lo moderno que pueda ser que un gay y su amiga decidan embarcarse juntos en esto: "A mí me parece una antigüedad, la alianza de las dos grandes dinastías musicales de Montreal, los McGarrigle y los Cohen".

Lorca mantiene un perfil alejado de los focos: tiene una tienda de muebles vintage en Los Ángeles, vive en el piso de debajo de Leonard Cohen y cuida de Viva, a la que Rufus procura ver, al menos, cada dos meses. "Cuando eres padre saltan resortes inesperados, maneras de ver el mundo que te sorprenden a ti mismo. Por ejemplo, a mi hija le encantan las canciones de Disney y yo no puedo soportarlo. Las del viejo Disney son chulísimas, pero las modernas me superan. Pero si mi hija es feliz, todo está bien. El otro día iba en el coche y accidentalmente puse esa canción horrible de Aladino… 'Un mundo ideaaaaal', que es como la peor de todas. Y me encontré pensando: 'Qué bonito, cómo echo de menos a Viva'. Echo de menos Aladino, en eso ha cambiado mi vida, con eso te lo digo todo". Dentro de lo que califica, entre risas, como "este horror", se plantea mudarse a Los Ángeles para pasar más tiempo con su hija. "Es una ciudad que me viene ideal. Saca a la vieja judía que llevo dentro: todo cierra a las 10, y lo máximo que puedes hacer es salir a cenar, intentar colocar una canción en una película nominable a los Oscars o ver el atardecer en Malibú. Claro, que hay momentos emocionantes, como cruzarte con Courtney Love o Lindsay Lohan en el Chateau Marmont".

Adrià Cañameras

Puro postureo. A Rufus los famosos difícilmente le impresionan. Ha crecido con ellos y siendo uno de ellos. En su larga lista de amigos y colaboradores figuran Burt Bacharach, Joni Mitchell, David Byrne, Martin Scorsese (que le dio un cameo en El aviador), Neil Tennant (Pet Shop Boys) o Anohni (la que antes fuera Antony and The Johnsons). Con esta última comparte la preocupación por el planeta. "Por eso hago toda la campaña anti Donald Trump posible. Si sale elegido será el fin del mundo, oficialmente. Convertirá el planeta en un campo de golf antes de apretar el botón rojo. Lo pienso constantemente: ¿es ese el futuro que le espera a mi hija?".

Hablando sobre el porvenir del planeta, cuenta que ha adquirido conciencia hasta de qué y cómo come. "Te juro que creo que es el mayor problema al que nos enfrentamos: nuestra atroz manera de alimentarnos está acabando con nuestro entorno. Más allá de mi preocupación por mi creciente barriga de cuarentañero, creo que comemos demasiado. Mira, igual podemos salvar el mundo salvando la línea [risas]". Y, en su caso, quién está ganando la batalla? "La barriga siempre gana, ¿no?".

No puedo evitar terminar preguntándole por la glorificación de la juventud en la cultura pop, hoy agudizada al máximo, y cómo la industria 'quema' sus productos más rápido que nunca. "Mira, yo he perdido muchos trenes en esta vida. Perdí el del grunge, pero también el de Justin Bieber. Y no creo que haya nadie en ese tren con quien me tenga que juntar. Tambien el de Taylor Swift. Creo que es la artista actual que más me molesta, no sé muy bien por qué. Quizás sea su ultracorrección política. O la intrascendencia de sus canciones. Miley Cyrus, en cambio, es genial. Hay que ser muy inteligente para hacer tan bien el tonto. Quizás no sea el más indicado para opinar de esta generación tan autoconsciente, porque soy mayor y a mí todo eso me da igual. Pero me da la impresión de que al menos el 75% de lo que hacen se sustenta en la imagen, en lo que es fácilmente reposteable o cuantificable en redes sociales. Ponen en eso toda la energía. Lo respeto, pero yo prefiero invertir mi energía en la música. Tan solo en la música".

• Take all my loves: 9 Shakespeare sonnets está editado por Deutsche Grammophon. Rufus actúa el 16 de julio en el Teatro Real de Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_