El asesor ausente
Pablo Iglesias confiesa que el expresidente Rodríguez Zapatero lo ayuda a aprender los líos del poder
Podemos tiene un hacha y lleva ya tiempo cogiendo impulso para asestarle un furibundo golpe al partido socialista. Cada paso que ha dado su gente está orientado en esa dirección, cada maniobra, cada gesto, cada palabra. El hachazo debe ser, además, tan preciso y brutal que deje destrozada a su víctima para que Podemos se convierta así en la fuerza principal de la izquierda. Lo sorprendente es que muchos socialistas aplaudan la maniobra y se muestren solícitos a la hora de colaborar. Ese parece ser el caso de José Luis Rodríguez Zapatero.
Pablo Iglesias le dedicó ayer unas palabras amables en una entrevista con Pepa Bueno en la Cadena Ser. Dijo que ha sido el mejor presidente de la democracia y que es “muy generoso” y “muy sensato”. Antes ya había celebrado sus esfuerzos diplomáticos con Venezuela, y luego contó que cuando tiene dudas le manda un mensaje para hablar con él, y que el mejor presidente de la democracia lo atiende para resolver las dudas lógicas de un joven y diligente aprendiz, sin la suficiente experiencia aún para atender los graves asuntos de la política y el poder. “He aprendido muchísimo con él”, remató Iglesias al referirse a los servicios prestados.
El líder de Podemos habló de esa íntima complicidad con un peso pesado de un partido rival como si fuera lo más corriente del mundo. Antes advirtió que no quería decir nada que “pudiera utilizarse para hacerle daño a su partido” (al de Zapatero, se entiende). Es uno de los nuestros, vino a decir después, está ahí para lo que haga falta. Hace ya unos meses el antiguo secretario general del PSOE hizo cuanto estuvo en su mano para conocer a Pablo Iglesias, y aquel antiguo afán le viene hoy de perlas al líder de Podemos para decirles a los militantes y votantes socialistas que la colaboración entre ambos sigue siendo estrecha y que no vayan a equivocarse: que los mejores están con ellos. Los de la verdadera izquierda, los de las buenas intenciones. Zapatero no dijo nada: no sabe, no contesta. La tensión del hacha subió unas décimas.
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